Rigoberto Hernández Guevara
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Juntemos las palabras en algún lugar recóndito del mundo, donde nadie las encuentre, donde se deje querer la soledad. Vamos a mirarnos a los ojos, pegados al espejo de este cielo de los dos. Vamos a dejar que pasen todos los silencios, que se queden lo recuerdos de los corazones rotos.
Vamos juntos. Es una vez por todas sin regreso, sin calles ni salones de ambigú, sin recreo sin mitigaciones, vamos a darnos si tú quieres de una vez.
Las columnas del castillo de los sueños, brillan en el lago de los cisnes, y tu lindo vestido rompe vientos, ondea entre mis palabras de papel. Yo te diré que es tiempo, que alguna vez es río y otras mar creciendo en el torrente donde la sangre brota al caminar.
Pon tu mano donde los lugares son hermosos, pon tu risa en el paisaje a través de mi mirada, y deja que te escuche, que te escarbe, que te escriba, déjame quererte hasta el final.
Con los años los árboles se empiezan a aquietar y el viento demora escogiendo qué hoja, cuál rama, cuál verano vendrá con su ave enamorada, vendrá con su nido de licencias, son su verso libre y su presencia de rosal.
Puede que sea una pequeña nube solitaria que al pasar deje su sombra en tu rubor, o tal vez sea que mi vuelo entre las casas dejó libre el momento al despertar. Todo cuenta, si es que sabes aprender de las rutinas, las veces, tantas veces, la misma esquina, el mismo parqueadero, la gente corriendo tratando de alcanzar a los demás.
Todo te nombra, aquí no cabe duda que tú estás. Hay versos en todas partes de la almohada, hay un te quiero dulce dibujado en el cristal. Toda tú escapas de otras partes, en todos los momentos, con todos tus vestidos, y todo el equipaje de tus libros, con que se ha de aprender que estamos vivos, con que se ha de saber que somos uno, con que se ama al amor sin disimulo.
Eres un girasol a medio día y el pensamiento es una poesía. Son palabras sueltas de repente, son palabras vertidas en tus mejillas, son tus dientes, tu lozana melodía, es tu cuerpo en marejadas de mi voz. Eres un girasol de pétalos de luz que brillan en los viejos candiles, es un faro destellando en plena noche, un corazón, un resbalón de la luna salida de su órbita es quererte.
Juegan los parques a que ya es tarde y quieren que dejemos de cantar, que amemos esos grandes precipicios, que amemos los espacios más oscuros de los labios. Juega el columpio que mese los deseos y viaja y llega pronto entre las manos que saben recibir y dar cariño.
En el humo de la esencia de mi respiración hay un tibio olor, una dulce canción que has inventado de un tirón, un roce de la piel casando liebres, los pasos que tú das a donde voy. Es un seguirme y perseguirte a cada instante, es un acecho de la calle desconocida, es un repiqueteo del reloj.
Ahora estás aquí sin que pretenda quemar las naves para regresar, solo quería saber que eres verdadera, que existes en el mundo y que eres real.
Es un placer. Un comedimiento amoroso de la nada, un todo conjuntado, una llamada, una puerta entreabierta, un barco en el océano de mi calle, es un gusto saber, leerte, y pensar que estás poco a poco en mis palabras.
HASTA LA PRÓXIMA.
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