Rigoberto Hernández Guevara
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- A 25 metros de la esquina me detengo. Creo un pensamiento que me atrae sobre la siguiente esquina. Hay un poste metálico suscrito en una dimensión extraña; forma parte de un bote de basura y el desarrollo del trajinar de la gente. Existe esa manera de ser, esa forma de ser esquina para dar vuelta.
La ciudad está en construcción permanente y así tiene que ser pensada. En la esquina se apropia el destino. Es un crucero del siglo pasado con miles de personas encima soportando la vida.
El pago es un piso de asfalto barato. Ha quebrado las veces que lo han parchado. Sus días son de lluvias bajo las marquesinas.
He llegado hasta aquí en la antesala. Lo he logrado de cierta manera. Pude haberme quedado en la otra cuadra o seguir derecho sin importarme la esquina ni la otra media cuadra que se aproxima.
Hay conceptos que puede tener muchos significados, depende del idioma de las manos en el idioma de la sociedad que trata de explicarnos el contrario. Es mucho más problemático que eso.
No es la esquina operando la urbanidad de los altos y las vueltas a la derecha con precaución, auspiciando accidentes automovilísticos; es también intemperie, es olvido.
Por tanto me aproximo unos cuantos pasos con cautela. Mido una distancia probable entre el futuro inmediato y yo, esperando llegar con bien a la esquina.
Antes pasan veloces unidos los pensamientos. Son partículas desterradas. Van a otras esquinas a esperar mi llegada, se adelantan para ver si viene un coche o debo detenerme en un momento dado.
Desplazado así voy avanzando sobre el perfil de la calle y me aproximo a donde es posible ver de cerca los cuatro puntos cardinales del planeta.
Es un crucigrama, una palabra metida en una urna de la suerte, vas o vienes, ¿qué será de tu camino luego de cruzar la esquina y darte cuenta que el horizonte abandonó ya las otras tres posibilidades?
En mi propio peculio sé de historias contadas por indigentes y seres que recorren esa calle a diario. Me han dicho que ahí, precisamente en esa esquina vieron una pelea.
Me han dicho que la calle que va al sur ya no es la misma de antes aunque lo parezca, si usted supiera. Al norte la calle alcanza un pequeño riachuelo que sale entre las casas.
Las esquinas son como la cultura, es una aventura filtrada en este retazo de tela en unos cuantos minutos en lo que avanzo desesperadamente para llegar a la otra esquina, que es esta misma.
HASTA LA PRÓXIMA
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