Actor de hojalata

Rigoberto Hernández Guevara

Ciudad Victoria, Tamaulipas.- El actor debía tener la sensación de estar actuando. En su realismo debía tener cuidado de no encontrarse a sí mismo. En este siglo ha sido panfletario que una horda de actores principales presente la obra en una pachanga.

Incluso las paredes que separa del otro ser humano que vino a presenciar todos los hechos, el oprimido, el otro yo, de igual a igual.

Me parece que ha ido avanzando el tiempo. Pero la intimidad de ese  teatro sin paredes, es pasar del yo al nosotros.

Yo escalera a la entrada de una puerta, pieza de pan en la mesa, corazón que late antes de salir de la estancia, trato constantemente de crear el mar de nuevo, la sugestión que desde el interior navega.

Yo impacto de cal, cilicio, calcinado viento, pelo elaborado. Lluvia enterrada, Tláloc enloquecido.

Yo mirada desaparecida, Pushkin lavado, gente corriendo, aleteando, golpeado, mirando. Fugo de escopeta, luz interior, ligero parpadeo.

Debía correr el viento y no detenerse en las puertas en la hora subjetiva del reloj. Por momentos mantengo un aviso de ausencia. En esta ciudad el ojo del huracán durante la noche del viernes fue un recurso cinematográfico.

Si llueve, si parque, si arenque, si luz rosando las paredes, quemándolas en la tarde.

El actor debía saber que estaba actuando y podrirse por dentro al mismo tiempo. Hoja del otro lado de la existencia, vuelta de banquetas, hoja de lata para poemas. Hay mucha luz para esa escena.

En todo momento prospera la luz que estallará en las lámparas. Ha de romperse un hilo, un estanque de vidrio.

Hay que mantener la vertical y la horizontal. Hay que conmemorar las celebraciones del aire, las funciones de un pueblo oscuro, enriquecedoramente utópico.

Yo el más asaltado, el más destrabado de la lengua, el más caído al suelo, el más veloz de aquí a la esquina, el niño. Yo portando un arma.

Yo muro, cinco veces yo. Escombros. Por motivos de una tarde sin menos violencia, sin tanto aire. Se han registrado tolvaneras. El aire se lleva el aire, la calle misma. Te quedas.

HASTA LA PRÓXIMA