Por Rigoberto Hernández Guevara
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- La calle 17, alameda 17 o avenida Francisco I. Madero es una calle emblemática de la capital y desde hace días prevalece en la controversia acerca de si deberá ser remodelada o no, entre una parte de la sociedad y la propia municipalidad.
Al sur la calle concluye en el tradicional Paseo Méndez, con sus glorias propias, y con el haber sido remodelado en diversas ocasiones. La más cercana el sexenio pasado en donde la gente recuerda que fue derrumbada una fuente construida de cantera para dar paso a una explanada. Y más atrás borrado un mural del artista plástico Xavier Cázares Perales.
El alcalde de Victoria ha declarado en diversas ocasiones que en la remodelación que se proyecta no se talarán árboles e incluso se sembrarán otros más; pese a ello, algunos ciudadanos ambientalistas, desde esta semana, comenzaron a reunir firmas para inconformarse en principio, a decir de ellos, por la falta de información y en otro aspecto por la posibilidad de la deforestación.
En la ciudad el viento se mueve de repente. Ciudad Victoria es una ciudad mediana como otras tantas capitales del país que rebasan los cien mil habitantes pero no llegan al millón.
Las ciudades crecen, se desarrollan por sus cauces naturales y la gran mayoría de ellas en el mundo nacieron al margen de un río.
Las ciudades más tradicionales han conservado su primer casco urbano intacto. Otras lo han hecho a medias pero conservando al interior los monumentos emblemáticos de las mejores épocas que han vivido.
Ciudad Victoria ha recuperado algunos edificios a través del gobierno del estado y el federal.
La ciudad ha sido modernizada en su desarrollo propiamente, pero en el centro de la ciudad se han derribado casas antiguas, que tal vez merecieron mejor suerte al encontrarse en el primer cuadro de la ciudad. De esa manera, con casas aisladas, la idea de una época definida se distiende.
Y si tampoco se conserva una parte de nuestra historia, al menos aún hay edificios históricos considerados como patrimonio histórico que se conservan en buen estado.
No hay un barrio antiguo propiamente dicho. Las construcciones bajo resguardo del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) están dispersas en el centro capitalino.
Las calles sin embargo conservan su vocación a cambio de unas cuantas que se volvieron comerciales, turísticas o se prostituyeron en su andar citadino, pero en lo general son por donde los carros pasan, por donde circula la gente a su trabajo o a las instituciones educativas. Son calles cotidianas que la gente cruza de lado a lado para sacar la basura o para saludar a un amigo.
La calle 17 es en sí misma el barrio más concurrido por los victorenses y, junto con la avenida Hidalgo, donde más se congrega la gente desde hace muchos años.
La calle Hidalgo ha sido desde su creación producto de todo tipo de entuertos, sobre todo de la calle 17 hacia la estación, que incluso llegó a tener un camellón en medio, en su parte oeste; mientas que la parte que da al centro de la ciudad es angosta y muchas veces ha fracasado una remodelación por inconformidad de los comerciantes.
Algunas calles han sido ampliadas y otras modernizadas ante el acoso del cambio constante que exige una ciudad viva y pujante como esta. En lo general las calles han sido remodeladas y otras cambiaron su aspecto y su flora, hubo un gobernante que cambió los árboles por fresnos y dicen entre la población que trajo también los alergólogos.
La gente hoy en día está pendiente con lo que suceda en las rúas luego de algunos incidentes en otras, en las cuales no se cumplió con lo planeado, y ahora exige que se le informe concretamente.
Desde su creación, la calle se convirtió pronto en una ruta que cruzaba de norte a sur la ciudad. La calle era interrumpida al sur, como lo es hasta la fecha, por el Paseo Méndez, desde donde hoy en día adquiere otro nombre, al norte en aquellos años llegaba hasta la calle Carrera Torres, justo al pie del estadio, y la detenía sin llegar a la escuela Álvaro Obregón, hoy oficinas del DIF municipal.
Las construcciones que en ella sobreviven son de estilo clásico de la época, otras tienen un dejo italiano, un pulido griego y la influencia colonial y mediterránea en algunas de ellas. Son construcciones de la gente acaudalada durante la primera mitad del siglo pasado, y pocas, las que sobrevivieron al porfiriato.
Su camellón central muy amplio permite a los jardineros jugar con la creatividad, de ese modo ha habido aquellos que en lugar de pasto prefirieron acomodar piedras. Otros han preferido beneficiar las banquetas y las adoquinaron con cantera y pusieron jardineras de cantera que aun vemos en algunas esquinas. Hay vestigios de antiguas remodelaciones.
Su ubicación permite que desde tiempos inmemoriales los jóvenes acudan a dar la vuelta como se hacía antes en vehículos dando el “rol” los fines de semana, o estacionarse a la vera, para conversar.
La calle conserva su tranquilidad y, de las casas que ahora se miran, se han ido la mayoría de las familias que las imaginaron y las crearon, hoy quedan los viejos, algunos olvidados por hijos en Irapuato, Guadalajara o en algún sitio de los Estado Unidos. Algunos ancianos nos cuentan de ese olvido.
Otras son “casa del abuelo”, como reza un letrero a la entrada de una cochera.
Por esa calle pasa el carnaval, se puede andar más o menos en bicicleta a ciertas horas. Conserva el esplendor de sus árboles que dan frescura y colorido a la señora que se detiene en una sombra y los mira.
En esa calle estuvo por años una gran tienda del ISSSTE y se encuentra abandonado el cine Avenida. Se han instalado infinidad de comercios en sus diversos giros comerciales, preferentemente bebidas y alimentos y desde hace años se lleva al cabo el paseo de los domingos llamado “Libre 17”.
Hay sociedades tradicionales que conservan estas calles que son parte de su casa y de su historia imborrable, el viejo árbol tal vez, la barda gruesa de sillar, la calle donde se puede descansar ciertamente en el pasto y el circuito que permite a la gente transitar en carro, en bicicleta o a pie.
Modernizar es romper con el pasado, es desprenderse de él. Por eso la gente en ese sentido se opone, y sin embargo el ayuntamiento de la ciudad tiene la última palabra junto con sus razones para crear un corredor turístico, sobre el clamor de otro sector de la sociedad que lo señala como una obra no prioritaria para una ciudad que requiere de mejoras en su equipamiento urbano.
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