Rigoberto Hernández Guevara
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- En época de navidad dominan las emociones. A unos cuantos días prevalece el júbilo presentido, y el ambiente tiene colores rojos y las canciones son villancicos.
Se supone que en persona cumples con el rigor del momento en el que, reunida la familia, te toca exponer lo propio antes de la excomunión, puede que no hayas llegado hasta ese momento, te habrías quedado afuera antes. Y la memoria es un plástico amable, la tristeza entra y sale.
Todo mundo está de vacaciones y el trajín incesante es un ingenuo precipicio deambulando, un sin fin de personas desconocidas, un perfil de la ciudad. En sí, poco es el cambio, pero cada quien ve lo que desea ver.
Hay desde luego el desfile de frases comunes a la temporada, todos con la sonrisa también acorde a la jornada o el llanto lastimero por la ausencia ingrata e inexplicable. Como si no hubiese hecho falta antes del 24.
En los comercios se vislumbra el estilo de vida que lleva a la moda, los colores tradicionales combinan con las bebidas y el ruido es uno mismo en todos lados, el olor de la cena escandaliza a los señores que pasan por la calle.
Los más chicos se asoman a las reuniones para ver el ceremonial desde una butaca. En este país se rompen piñatas, oscurece y la gente anda buscando qué llevarse a la garganta, con qué emborracharse de nada, o de una simple amistad, un leve recuerdo.
En las casas esperan a un antiguo habitante. El inquilino de enfrente sacó el perro a pasear como siempre. Hay cosas que no están de moda, se dan sucesivamente.
Se pide perdón por los pecados, al borde de un llanto, el resto sigue celebrando después de la noche. A fuera los perros quisieron hacer pedazos un gato, pero no pudieron, hay sombras, palabras amontonadas bajo la luz de un foco.
A unos cuantos metros, casi llegando, la navidad se encima en sí misma. En las personas hay otras personas más saludadoras conforme se llega la fecha. Será 24 esta vez y muchas veces más.
Será un día con otro, pero hay una cinta, una memoria que se debe guardar por alguna razón. Siempre ocurrió en navidad, fue cuando lo dijiste, esperaste a esa fecha. Hay a quienes no les gusta la navidad y pues aquí no es de si te gusta, como quiera te la tienes que llevar.
Si la navidad fuera una caja, la venderían y habría quien pagara por ella y eso sería todo. Pero la navidad es también un silencio mustio, un desahucio, una cabalgadura que nos lleva al otro lado del espejo.
HASTA LA PRÓXIMA.
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