Rigoberto Hernández Guevara
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Es de las bardas muy su gusto el meterse con su cortina oxidada de cemento en las construcciones de los silencios.
Aparte, los rayos del sol hacen de esta parte de la ciudad una guerra cruel y mundana como una paloma revoloteando en sus alas. La ciudad es un país devuelto, acontecer constante, únicamente, el resto no existe. Las armas son juguetes que escapan sudorosos de la realidad.
Lamparea el sonido de una campana de ambas partes, como un sol herido. Las bardas arman un agujero, un pedir por dónde ver adentro. En un vacío se instala el agua. El resto es tejado cayendo siempre.
En las mesas, el mundo es un sol empequeñecido, como un cigarro en la mano de frente, el día se da la vuelta. El humo dispersa las costumbres de verse a los ojos sin verse.
En un café hierve el alma, el olor ha invadido la constelación marítima, los últimos naufragios. En los dedos escapan las fotografías, las palabras, los hilos de una idea de locos. Paranoia existencial, si es que existe tal, esquizofrenia.
Pero decía, afuera se escucha el simulado silencio, la máscara frívola. Es de día, pero no hay gente. Todos se han ido antes que nosotros. ¿Quiénes serían?
Mi cuerpo busca ahora su lugar. Gira. Se desenvuelve a zancadas que van siempre a donde alguna vez había estado y vuelve. Mi cuerpo es una sensación. Un toque de queda. Una ilusión óptica.
De aquí al canto del grillo imperceptible, impertinente, imperecedero, el espacio es un reloj aéreo, tintinea el almanaque, de un pétalo cae la hora sobre la reja y la dobla. Afuera pasa una ambulancia de cajeta.
La invasión de luz sin sol escurre después del apocalipsis, del agua enjabonada, del café en la esquina con un equipo de sonido muy viejo. Es una discusión aplazada todo el tiempo con uno mismo o con quien dicen que es uno.
En la lámpara que sale de todas partes oscurece. La luz es un repentino ataque da memoria en aquel vidrio olvidado en un poste por el ayuntamiento local.
A escondidas de la lámpara, el agua es luz mojada. La pintura es un acrílico brillante antes del secado profundo que cala en los huesos y el final de esta historia.
La luz es un azul oscuro, un penetrante olor a misterio, una flama sólida y negra.
HASTA LA PRÓXIMA.
Discussion about this post