Rigoberto Hernández Guevara
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Es increíble cómo este país se reinventa a la hora de sus ejecuciones maestras contra la democracia, y yo diría hasta de la sana convivencia.
La imposición del señor José Antonio Meade “Pepe Meade”, como aspirante único a la presidencia de la república es un retroceso para el partido que lo postula, o debo decir partidos, y para el país, para el desarrollo de las buenas conciencias, para la credibilidad y la fe en la política.
Su discurso, retro, de apenas unos cuantos años para acá, nació pobre y chafa, indolente y ensimismado en el torrente de amanuenses y religiosos proclives al elogio fácil que sólo buscan un hueso a lo largo y ancho de este despedazado jardín que es el país.
Nada importaron las luchas diversas por los mejores idearios, sobre todo en aras de la democracia, si unos cuantos sujetos se han apropiado de la historia, del presente y de lo que de futuro quede.
En su afán de prevalecer en el poder han llevado al país a donde está. Sumido en la desesperación de los más pobres, de los más olvidados e ignorados por la clase gobernante, y el despilfarro descarado de los propios, que han hecho lo que han querido a ojos vistos de los ciudadanos que miran con azoro su propio desfalco.
Se dice todo, se sabe todo, incluso se sabe quiénes; se puede ver de lejos y de cerca el criminal abandono de la patria en sus calles y en sus hombres de bien con bajos salarios.
Acá, tiene éxito la frase de que quien no tranza no avanza y veamoslo así, más nos vale, si queremos sobrevivir en este pedazo de suelo que pisamos, en medio del oscurantismo y las terribles cortinas de humo que nos indilga el lado oscuro del narcotráfico.
Con los soldados en la calle, a unos metros de nosotros, y con las nuevas leyes impulsándolos, haciéndolos inmunes ante la indefensa ciudadanía, poco falta para que se metan a las casas, vulneren la soledad del interior de nuestros vehículos, si es que no lo hacen ya a discreción en algunos círculos.
Poco a poco el régimen se vuelve más totalitario con el fin de protegerse. No importando tanto las muertes como su hambre y su ambición absurda de poder.
El señor Meade no se presenta como un guerrero que busque subsanar en ningún momento las causas perdidas de los mexicanos, sino al contrario, y lo dice abiertamente, para dar continuidad al estado de cosas, a los modernos caciques, a los dueños del espacio y del territorio, claro, de las mejores aguas, de los mejores ranchos, de las mejores piedras.
Será así posiblemente. Seguirán enriqueciéndose en las ínsulas del poder que subsisten en el territorio, con todas las agravantes, despiadadamente, en contra de nuestra historia y de nuestras raíces, en contra de nuestra gente.
No hay que preguntarse si saldrá o no a votar la gente, pues el PRI ahora tendrá en frente a un Manuel López Obrador diferente, más tranquilo, más paciente, más consciente de lo que el mismo pueblo con su indolencia le ha entregado a esta sarta de faramallosos, que si no estás de acuerdo con ellos, buscarán, de una u otra manera sacarte de la jugada, hacer que te vayas, incluso, con cualquiera de su armas, sin que les tiemble la mano, asesinarte sin necesidad de una emboscada.
HASTA LA PRÓXIMA.
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