Rigoberto Hernández Guevara
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- La tarea democrática es un proceso todavía pendiente adentro de los partidos políticos de este país. Está pendiente incluso, si son realmente un partido político o corporaciones que dependen de los dineros que aportamos todo en este país a instancias del poder que nos gobierna.
Una burocracia más dentro del gobierno. Con tanta prerrogativa y condiciones a favor.
En la primera acepción, a ojos vistos, está el hecho macabro de que cada vez son menos las posibilidades de que un simple militante llegue a postularse por cualquier partido legítimamente y que sea electo de igual manera; antes se daba esa farsa, ahora ni siquiera. Macabro, porque ya no se sabe de qué parte del inframundo nos han enviado los últimos gobiernos.
El partido otrora más fuerte del mundo, el PRI, dejó embarradas todas las enseñanzas perversas en el extraño país que ellos gobiernan y dicen es una democracia.
Sin embargo el actual precandidato que ya navega para contender por el PRI (y el Verde Ecologista, que para eso está), por ejemplo, que alguien sepa, no lo eligió ninguna militancia y sí con total descaro quien nos gobierna, que creo no es el señor Enrique Peña.
El frente democrático se encerró en una contienda donde, luego de que brotaron todas las corruptelas de quien será su abanderado, fue postulado por una horda de panistas a quienes así convenía. Primero le dieron una tostada de Dios padre para que así se lanzara ya madreado y todo eso bajo el patrocinio de quienes aun desde el PAN acompañan a Enrique Peña.
Parecen ser sinceras las ganas de que el señor José Antonio Meade, o señorito Meade, sea el próximo presidente de la república, pero desgraciadamente eso nunca se sabe, lo tienen bien guardado, puede haber hasta un as bajo la manga con el cual perdiendo, el sistema que gobierna actualmente termine ganando como sucede desde hacen cerca de 100 años.
Y es que a pesar de que contra Meade pesa el pasado escabroso de la Secretaría de Hacienda en tiempos del cólera, lo cierto es que ha brotado de ahí con aires de cinismo que en sus discursos parece querernos decir, ese soy y así como me ven me tienen que aguantar, pues no hay más. Y sí, voltea uno para todos lados y lo que se ve parece igual.
La ideología, por desgracia, pasa por el banco mundial, por los dueños del dinero, por la mensualidad, por los abonos al fondo. Y claro por los grandes negocios que se hacen, desde este reciente pasado de las reformas, para la enajenación de nuestros recursos naturales.
La tarea democrática sin embargo no es de los partidos, es más afuera, más allá de los límites, es un derecho inalienable que puede pelear cualquiera y no se pelea, es un campo minado que si lo pisas te friegan. Y claro, pobre democracia, esa inocente, ya nadie cree en ella.
HASTA LA PRÓXIMA.
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