Por Pegaso
Reynosa, Tamaulipas.- ¿Ven? ¿No se los dije?
Después de darse a conocer la noticia de la reculada de Peña Nieto (Nota de la Redacción: Se hace énfasis en que la palabra recular no es una majadería, sino un sinónimo de retroceder, ir hacia atrás, retractarse) donde prefirió no venir a Reynosa tras el reciente episodio de violencia generado por grupos del crimen organizado, incluso los medios nacionales empezaron a decir que ni siquiera el Estado Mayor Presidencial pudo garantizar su seguridad en estas tierras.
El diario Reforma, en su edición digital incluyó el siguiente encabezado: «¿Enrique Peña Nieto tuvo miedo de ir a Reynosa, Tamaulipas?».
Ese día publiqué en ReynosaPost.com, en portada, una nota informativa donde se decía precisamente que el Presidente de la República canceló su visita donde habría de inaugurar el Libramiento Sur II.
Mi encabezado fue: «¿Tuvo miedo?» Y acompañé la nota con una foto del gobernante donde se le ve haciendo una seña con los dedos pulgar e índice, casi pegaditos y una cara de puchero como diciendo: «Nomás poquito».
Inconcebible resulta que eso ocurra en un país como el nuestro, pero la verdad, la verdad, ya nada nos puede sorprender.
Yo recuerdo, porque anduve volando por ahí cerca en la primera ocasión que vino al citado libramiento, hace unos dos años, que el Presidente Peña Nieto llegó a bordo de un helicóptero de la Marina, acompañado por lo menos por otros tres aparatejos de esos.
Amenazaba con venirse un tormentón, así que todos estábamos debajo de un gigantesco toldo.
Poco antes de su llegada cayó la lluvia torrencial y la raza tuvo que subirse a las sillas para evitar que el agua le llegara a las rodillas.
Y me extraña que en esta ocasión haya suspendido la visita programada para mañana martes y prefiriera irse a Acapulco porque generalmente ese tipo de eventos es acompañado de las más férreas medidas de seguridad.
No recuerdo bien, pero fue hace poco más de dos años cuando nos citaron en un punto de la carretera a Monterrey, en el entronque con el nuevo libramiento, para asistir al evento en el cual el Presidente de la República daría un mensaje con relación con la misma obra.
Primero, fuimos pasados por un arco eléctrico y revisados minuciosamente por un tipo con cara de perro chato, de los del Estado Mayor Presidencial. Después nos subieron a un camión de línea foránea, creo que Transpaís, y nos llevaron hasta otro sitio con un segundo punto de revisión. Finalmente llegamos al lugar donde tendría lugar el evento.
El cielo estaba encapotado y amenazaba lluvia.
Como dije antes, cayó un chubasco de época, pero poco a poco se fue limpiando el cielo.
Hora y media después de lo programado, luego de amainar la lluvia, se vieron a lo lejos las siluetas de varios helicópteros que se acercaban rápidamente desde el oriente.
Primero bajaron dos de ellos y aterrizaron como a cien metros de distancia del entoldado. Momentos después, tras varias vueltas en el aire, el aparato de la Marina donde venía el mandatario finalmente tocó tierra, mientras un cuarto autogiro permanecía suspendido, verificando que todo estuviera en orden, con soldados armados hasta los dientes por si acaso se ofrecía.
Llegó Peña Nieto muy saludador, tomándose selfies con la gente.
Una vez en el templete, habló el Secretario de Comunicaciones y Transportes, el entonces Gobernador, Viejidio Torre y hasta le dieron chance de hablar al Presidente de CANACAR, Ramón García Garza.
Finalmente hizo uso de la palabra el Jefe del Ejecutivo. Durante todo ese tiempo la vigilancia militar fue extrema en un perímetro de varios kilómetros a la redonda. No era posible que pasara un solo alfiler sin que se dieran cuenta.
Luego, entonces, si el Estado Mayor Presidencial es capaz de desplegar semejantes medidas de seguridad en torno a la figura presidencial, ¿por qué decidió cancelar su visita?
Todo eso me lleva a pensar que en realidad no fue por miedo, ni precaución ni nada por el estilo.
Lo más probable es que le hayan dado ganas de mojarse los pies en las tibias aguas de Acapulco, en compañía de su Gaviota querida, antes de exponerse a tomar un resfriado con el climita que nos cargamos en Reynosa en estos días.
Que si hay violencia, bueno ¿Y?. Como diría Lucerito.
Que si se andan aventando pelotazos los mañosos, bueno, ¿Y?.
Que si ha habido muertos de madres, bueno, ¿Y?.
Váyase Peña Nieto a Acapulco y quedémonos nosotros con el refrán estilo Pegaso: «El temor jamás suele deambular sobre un mamífero cuadrúpedo de la especie Equus asinus». (El miedo no anda en burro).
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