Antonio Arratia Tirado
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Cuenta la leyenda -que en este caso es la Biblia- que una vez Jesús visitó en Jerusalén el Templo de Herodes.
El patio estaba lleno de ganado y tablas de cambistas que canjeaban las monedas griegas y romanas por monedas judías y tirias (las únicas que podían ser usadas en las ceremonias del Templo). Jesús se molestó tanto por ese agandaye que formó un látigo con varias cuerdas y a golpes hizo salir al ganado y tiró las mesas de los cambistas y de los vendedores de palomas, haciendo caer las monedas por el suelo, como bolo de moderno padrino de bautizo.
De acuerdo con los boletines de prensa, que desde entonces ya existían, Jesús apuntó específicamente a los cambistas y vendedores de palomas y, con índice de fuego celestial, les echó en cara:
-Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones, pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones.
Y fue entonces que -molestísimo entonces y encabronadísimo ahora- Jesús echó a los mercaderes del templo.
Eso, por supuesto, puede ser verdad o ser mentira en tanto que es difícil de probar, considerando que la información pudo haber sido manipulada tantas veces como jefes de prensa y expertos en marketing ha tenido desde entonces la religión que ha designado a Jesús como jefe de jefes.
Pero lo que sí es la mera neta del planeta es que ese punch, del que Jesús hizo gala para someter a los mercaderes del templo en Jerusalén, en Tamaulipas topó con pared porque se encontró con políticos de baja estofa, de esos que no creen ni en su santa madrecita y si acaso se persignan es solo cuando se embuchacan no las 30 monedas que agarró Judas Iscariote por venderlo sino los fajos de billetes o las transferencias bancarias con las cantidades en que se están tasando las candidaturas a alcaldes y diputados.
No sé si el PAN tenga necesidad de hacerlo -considerando que es poder en el gobierno-, pero si alguien duda que en el PRI los mercaderes andan sueltos, solo basta punzar un poco y saltará la liebre. Y decimos liebre porque lo que antes veían más o menos seguro o amarrado se les soltó y los ilusos compradores ya andan -ahora sí- con el Jesús en la boca porque es probable que no vuelvan a ver ni su dinero, ni su candidatura y mucho menos su alcaldía o su diputación.
Ya deben prepararse para escuchar la respuesta del ujier de Egidio Torre Cantú en el PRI de Tamaulipas: lo cáido cáido.
O lo que entró salió.
Quizás César García Coronado alias “El señor de los aviones” no sienta mucho las pérdidas, porque dice y manda decir que ya se habla de tú con Carlos Slim y que los vientos del cambio le hacen lo que el aire a Juárez. Seguro también que Sergio Guajardo Maldonado permanecerá imperturbable pues tiene vara alta en San Pedro y cuenta con un seguro contratado en el tercer piso de un edificio palaciego ubicado en Ciudad Victoria.
Empero, los que pagaron por una candidatura -algunos en abonos- lo más seguro es que se quedarán chiflando en la loma
Sin embargo también hay que decir que esos ambiciosos ilusos no serían engañados del todo por los mercaderes del edificio del bulevar Praxedis Balboa, pues les saldrán con el cuento de que no leyeron las letras chiquitas del convenio verbal: te vendimos la candidatura, no el triunfo.
Eso si bien les va, porque habrá otros que ni de cerquita verán la candidatura. Y mucho menos su dinero.
El consuelo de esta fauna de ambiciosos es que no estarán solos en su papel de engañados, porque los engañabobos también andan sueltos en el MC de Gustavo Cárdenas Gutiérrez y en el PRD de Jorge Valdés Vargas y Alberto Sánchez Neri, engatusadores profesionales que se vuelven locos de contento cuando se abren los cajones del dinero público para el pago a porros, plañideras y proxenetas de la política de drenaje que se practica en Tamaulipas y en México entero.
-… Ustedes han hecho de ella (su casa) una cueva de ladrones -dijo entonces Jesús a los mercaderes del templo.
Alejados por completo de la vida y obra de Jesús, a estos mercaderes de la política de Tamaulipas les acomoda mucho mejor la filosófica y lapidaria frase de El Cochiloco: “Esta vida y no chingaderas es el infierno, mi Beny”.
LA DEL ESTRIBO
Infierno también es el que está viviendo el candidato presidencial de la coalición PRI-PVEM-PANAL, José Antonio Meade, que se hunde pese al impresionante aparato mediático que se ha echado a andar en una doble vía: para levantarlo de la lona y para descarrilar a Andrés Manuel López Obrador.
Llaman ocurrencias a todo lo que sale del ronco pecho de López Obrador, y aunque algunas sí lo son siguen sin entender el significado del efecto bumerang.
José Antonio Meade tampoco lo entiende, pero vaya que lo siente.
Tan espantados andan que intentaron denominar a su coalición “Meade Ciudadano por México”, algo que no era una ocurrencia sino un grotesco agandaye, una intentona desesperada por sacar a Meade y a Peña Nieto del profundo barranco por el que se deslizan minuto a minuto.
Tan grotesco, que este viernes el INE no quiso cargar con más desprestigio y les rechazó el nombrecito.
El monstruo está herido y eso lo hace peligroso, muy peligroso ¿qué sigue?…
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