Agencias
Ámsterdam.- A unas horas de que el Senado de Holanda aprobara la polémica ley de donación de órganos, más de 30 mil ciudadanos se apresuraron a registrarse en el sistema oficial para indicar que no quieren ser donantes.
Otras tres mil personas se inscribieron para dar permiso y dos mil más indicaron que la decisión estará en manos de un familiar tras la muerte. Además, seis mil 200 holandeses que ya estaban registrados cambiaron su deseo del sí, al no donante.
Estas son las cifras que publicó el Ministerio de Sanidad tan sólo 12 horas después de que una estrecha mayoría del Senado aprobara la polémica ley que convertirá de manera automática en donantes de órganos a todos sus ciudadanos de más de 18 años a partir del 1 de julio de 2020.
Si alguien no quiere ser donante, tendrá que mandar dos cartas negándose. Además, en los próximos años, todos los holandeses mayores de 18 años recibirán un máximo de dos cartas en un plazo de seis meses, en las que se les preguntará si desean o no donar su cuerpo a la Ciencia o la Medicina.
Si no hay una respuesta a las misivas, la persona será automáticamente registrada en el sistema como «sin objeción» a la donación de sus órganos. Tras el fallecimiento, y si la familia no se opone a ello bajo el argumento de que eso le supondría «un daño insuperable», los médicos donarán el cuerpo del fallecido.
Antes de la aprobación de la nueva ley, los senadores se comprometieron a que la familia tenga la última palabra.
En medio del luto, la ley dice que los órganos no se pueden donar si las circunstancias no lo permiten.
Es decir, si a pesar de que la persona en cuestión haya dado su permiso a la donación, los parientes más cercanos sienten que no enterrar el cuerpo de un ser querido les supondrá mucho dolor, entonces pueden negarse a la donación.
Los donantes también pueden indicar si desean excluir ciertos órganos. Según datos oficiales, la mayoría de las personas que eligen esta última opción indican que no quieren donar su piel y sus córneas, pero sí el resto del cuerpo.
En general, las organizaciones médicas aplauden esta nueva norma porque consideran que salvará muchas vidas y ayudará a concienciar a la sociedad a tomar una decisión sobre la donación.
En promedio, unas 150 personas mueren cada año en Holanda mientras están en lista de espera para un hígado o un riñón, por ejemplo, y las campañas para persuadir a los ciudadanos a inscribirse voluntariamente como donantes no han dado grandes resultados en los últimos años.
Holanda es uno de los países europeos donde menos donaciones se hacen, principalmente porque muchos fallecen sin dejar claro su deseo. Y eso es lo que esta nueva ley pretende atajar.
Sin embargo, los rechazos a este cambio se basan principalmente en la máxima que rige las leyes médico-éticas en este país, como ya pasa con la eutanasia.
El holandés es dueño de su propio cuerpo y el hecho de que el Estado pueda decidir sobre los órganos de la gente simplemente porque la persona no haya avisado de su deseo antes de morir es entrometerse demasiado en la vida del ciudadano, opinan, según las encuestas.
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