Marco A. Vázquez
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Decía la abuela que, “a todo se acostumbra uno, menos a no comer”, y la sentencia invariablemente presagiaba desastre, muchas veces muertos, otras robos, en ocasiones pleitos entre los padres y casi siempre caos, personas en la cárcel, todo originado por la falta de recursos para la comida.
Viene la anécdota a colación porque este gobierno de mi México lindo y querido, o mejor dicho este sistema, se empeñan en matar o castigar con hambre a la mayoría de su gente, tan es así que por lo menos a cuatro de cada 10 personas su ingreso no les permite hacer las tres comidas diarias porque no les alcanza para la despensa.
Las cifras grandotas, las que poco importan porque no se notan en los bolsillos del ciudadano, hablan de que dos millones de mexicanos de mexicanos han dejado la pobreza extrema, ya no viven de aire sino que cuentan con un ingreso para comer por lo menos una vez al día, a veces dos y puede que sean muy reales los datos, más porque hay gobiernos que cumplen su chamba y hacen comedores comunitarios o porque existen organismos civiles que llevan alimentos a los más necesitados pero ese no es nuestro problema, le detallo.
Según cifras del Consejo Nacional para la Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social, el Coneval, al concluir el quinto año de gobierno de Enrique Peña Nieto el 41 por ciento de la población no tienen ingresos iguales o por encima de la línea de bienestar, es decir que reciben menos de 93 pesos diarios lo que en buen cristiano significa que no alcanzan para la comida.
Ahí nuestro problema porque, como decía la abuela, a todo se puede acostumbrar una persona menos a no comer y, le pregunto, ¿qué es capaz de hacer una persona que tiene hambre?, todavía para mayor reflexión, ¿qué puede hacer una madre que ve morir a sus niños por falta de alimentos o de cualquier gripita que se complica con la desnutrición de los mismos?, exacto, cualquier cosa, por eso es que tener más personas con hambre o que no les alcance para comprar la despensa significa estamos nutriendo a la delincuencia, creándole más cuadros que se suman a los que por gusto andan en esos asuntos.
Pero no solo eso, sin dinero los matrimonios se desintegran, los niños padecen penurias y se van incubando otros problemas que, para desgracia nuestra, ya están bien arraigados en nuestro país lo que significa que a corto plazo pueden venir cosas peores.
Y no crea que lo descrito es nuestro mayor problema, no, la complicación más grave que padecemos es que los precios de los productos básicos siguen aumentando y que siguen sobreviviendo malos empresarios y malos políticos que son los que han provocado en este país que por años y años los pudientes no se enteren que no se trata solo de acumular riqueza sino de poder disfrutarla, hoy se quedan con todo y no permiten que el pueblo cubra por lo menos sus necesidades básicas, esa es la razón por la que estamos como estamos.
Vaya, los gobiernos hasta hace poco hablan de mejoras regulatorias para permitir que las empresas se instalen más rápido en nuestros territorios, sin tantos pagos, sin tanta corrupción y sin tantos problemas, lo que debe seguir es mejorar el tema fiscal, que los impuestos no representen una carga o un peligro para las personas físicas y morales, mejor aún, que todos paguemos poco y no solo unos cuantos lo cubran todo, exacto, la cereza en el pastel debería ser que los empresarios no se quedaran con esos ahorros que hipotéticamente tendrían sino que los repartieran entre sus trabajadores como bonos de productividad o mejores sueldos.
Por eso le digo que el sistema parece empeñados en matarnos de hambre, lo triste para ellos, de lo que parecen no enterarse, es que antes de morir los pobres habrá muchas bajas, desgracias, problemas que hasta los malos políticos y malos empresarios van sufrir porque tendrán que dejar el país y con ello verán agotarse su dinero hasta que un día tengan que trabajar de verdad, en serio, y quizá ni así les alcance para comer, ándele, como ahora pasa con el pueblo.
Le decía lo que comentaba la abuela, “a todo se acostumbra uno, menos a no comer”, y le insisto lo que presagiaba su dicho que no era otra cosa que muerte, asaltos, pleitos, niños sufriendo, con eso le reitero lo que pasa en nuestro país según las cifras oficiales al día de hoy, o quizá de ayer, ya el 41 por ciento de la población no gana más de 93 pesos diarios lo que significa que tienen hambre, que no les alcanza para la despensa y eso traerá como resultado que nuestro destino sea la fatalidad, si, igual como ocurría cuando la abuela hablaba del tema.
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