Por José Gregorio Aguilar
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- En lo que fue su última despedida en este mundo terrenal, monseñor Martínez Reyna fue aclamado por cientos de victorenses que lloraron su partida y abarrotaron la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús para decir adiós a uno de los sacerdotes más queridos y a la vez más polémicos de Tamaulipas.
Después del mediodía, el pueblo católico, como uno solo, acudió a la homilía en honor de quien por más de 60 años dedicó su vida al servicio de Dios y de la Iglesia, promoviendo incontables acciones sacerdotales a través de su ministerio en diferentes parroquias y templos religiosos del Estado.
Ante el féretro, el obispo Antonio González Sánchez -acompañado por casi 60 sacerdotes que conforman la Diócesis de Victoria- se refirió a Martínez Reyna como un hombre que cumplió con la misión de anunciar el evangelio de Cristo y predicó con celo la palabra de Dios.
“Presidir la eucaristía, anunciar el evangelio y esto lo hizo por gracia de Dios por más de 60 años. Obviamente, en esta misa pedimos por él, obvio, porque Dios es el que conoce y es el que perdona, pero pedimos por él llenos de confianza y de esperanza, sabiendo y afirmando la palabra de Cristo: Todo el que vive y cree en mí, no morirá; yo soy la resurrección y la vida”, pronunció el obispo durante la misa que se ofreció de cuerpo presente a uno de los sacerdotes más queridos en la entidad.
“Me parece importante reflexionar el texto evangélico que hemos escuchado: ‘hoy estarás conmigo en el paraíso’, y ayer, cerca de las 2:00 de la tarde el padre David escuchó esa palabra, llena de fe, de amor y de ternura. Estoy seguro que el padre David escuchó de Cristo la misma frase: hoy estarás conmigo en el paraíso”, agregó.
Al mismo tiempo, el dirigente de la Iglesia Católica convocó al pueblo católico unirse en la esperanza para que monseñor Martínez Reyna hoy esté gozando en la presencia de Dios, “y que le pidamos a Dios que la muerte física del padre nos traiga también vocaciones sacerdotales para nuestra Diócesis”.
El en su camino terrenal repitió, predicó y sembró la semilla del evangelio. “Vamos a pedirle a Dios que eso que él hizo durante su vida terrenal, Cristo lo tome como ofrenda y nos conceda a nuestra Diócesis muchas ofrendas sacerdotales”, repitió.
Tras la homilía, el obispo de Victoria pidió a los asistentes dedicar unos momentos de oración en honor al querido y aclamado sacerdote, para después arrojar agua bendita al féretro, que fue levantado por los sacerdotes que enfilaron hacia la salida de la Catedral mientras que cientos de personas lloraban su partida y brindaban un fuerte aplauso y hasta porras en señal de reconocimiento y cariño al padre David, cuyos restos mortales fueron sepultados en el Panteón del Refugio.
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