Rigoberto Hernández Guevara
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- En los últimos 30 días los caminos de la política me ha llevado a recorrer gran parte del municipio de Casa, Tamaulipas.
Advierto que no bien conocía el municipio. Dos veces estuve ahí como dicen, de entrada por salida; cuando niño, en un torneo de futbol; y años después cuando la boda de un amigo.
Caminar el costado de la sierra de Tamaulipas que da al sur del municipio, es penetrar a una estepa. Es impactante el grato olor a verde que ahí se respira. Pequeños y breves arroyuelos cruzan de repente.
La gente ha construidos pequeños vados, puentes a mano, que se han derruido por el tiempo. Algunos caminos comienzan a invadirse de tareas de mantenimiento. Sube uno la sierra y arriba la vegetación es más tupida.
En lo que los lugareños conocen como el plano o el llano que da a la presa Vicente Guerrero se encuentra la cabecera municipal y sus ejidos más grandes, pegados a las vías del tren.
Entonces predomina la agricultura y la ganadería sobre el resto de actividades económicas. Predominan la agricultura y ganadería por sobre otras actividades como el comercial y la que usted le ponga al frente.
La cabecera municipal conserva la arquitectura tradicional de los años 20s y hay aquellas que podrían ser restauradas en el área que circunda la plaza principal. Pero en sí, los propios habitantes se han encargado de que el primer casco urbano de esa localidad, fundad en 1770, se conserve y luzca con un colorido amplio.
En sus fundas, las casas cobijan a los habitantes que se han mantenidos sujetos al barrio pequeño. A la lista de amigas y amigos que suelen acompañarles. A las idas y vueltas a ciudad Victoria para surtirse de lo más necesario. Como una pequeña isla. La gente de alguna manera transcurre entre la ciudad y el campo o combinan ambas, por temporadas.
Es una moda que los jóvenes transiten entre los caminos de terracería en motocicleta cuando se trata de ir solos. Sin embargo la camioneta es otra necesidad primordial para los habitantes de este lugar.
Por eso mismo, el precio de la gasolina transita entre las preocupaciones constantes de sus habitantes. El costo de las llantas también. A como se ve el municipio requerirá un emergente proyecto que supere las expectativas de cada camino vecinal.
La gente es afable. Los habitantes han hecho poco a poco un estilo de ser propio en la comunidad. Son hombres y mujeres de palabra. Me pude dar cuenta del valor que hoy tienen las mujeres dentro de la sociedad del municipio, de su rol fundamental.
En tiempo real creo que más que treinta días fueron años los que he pasado en el hermoso municipio de Casas.
Es un orgullo ser tamaulipeco y conocer estas grandes extensiones de tierra. Saber su vocación y la profundidad en el compromiso de su gente con el progreso.
Al atardecer ya están las nubes juntas, ojalá y nos llueva, dice alguien. Y todos voltean a ver el cielo.
El campo fue antes que nosotros. Después fue el campo; para muchos árboles, nosotros solo vamos de paso.
Sale uno del municipio, y en un parpadeo, mientras le tienes fe a la montaña que se mueve al fondo, se hace de noche y se encienden las luces.
HASTA LA PRÓXIMA.
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