Por Pegaso
Primus Pars
Reynosa, Tamaulipas.- Esta columna la estoy haciendo en dos partes: La primera, antes del debate entre los candidatos presidenciales, exactamente a las 18:55 horas, o sea, una hora con cinco minutos antes.
Después de mi vuelo vespertino, luego de digerir la tremenda odisea que pasé en la carretera Ribereña con un peliculesco bloqueo por parte de federales y soldados, me siento frente a la computadora para emitir mi opinión antes y después del multicitado encuentro.
Para empezar, participan los candidatos Ricardo Canaya, Toño Meado, El Peje, Menganita Zavala y El Bronco.
Al menos durante las dos últimas semanas hemos visto y oído en la televisión, la radio y la prensa escrita cómo se le han ido a la yugular al Peje, todos en bola. Quesque si es un mesiánico, quesque los rusos lo están apoyando, quesque es un asqueroso millonario que vive de la política, quesque es un pederasta porque besó a una niña en la boca… Balas de todos calibres, colores, sabores y direcciones han caido sobre el personaje en comento, pero éste ha resistido y continúa como puntero en las encuestas serias.
¡Vaya! Hasta el Papa dicen que le ha atizado duro.
Les confesaré algo a mis dos o tres lectores. No comulgo con el socialismo ramplón que promueve El Peje. Tampoco soy fanático de sus desplantes.
Me causan gracia sus chistoretes cuando dice: «Loj mexicanoj ahora tenemoj que vender hajta nuejtroj animalej… caballoj, gallinaj, jerdoj, puercoj, marranoj.., ¡ejo ej lo que jon loj de la mafia en el poder!»
Porque aparte de los cuatro candidatos opositores, las piedras le caen por igual de las más influyentes televisoras, de los periódicos nacionales y de las cadenas de radio que han destinado a ese propósito a sus mejores plumas y voces.
Los moderadores del debate serán los oficialistas Denisse Mercado, Azucena Oresti y Sergio Escarmiento, así que todo está listo para la quema de pejes… digo, de brujas.
Por otra parte, las redes sociales están mayoritariamente a favor del tabasqueño.
Creo firmemente que no sólo se trata de un simple debate entre candidatos, sino que aquí se está jugando el futuro de los medios convencionales de comunicación.
Esto será un parteaguas. O los medios prevalecen como los grandes manipuladores, o veremos el surgimiento de un nuevo poder, encarnado en las redes sociales.
Esta es la primera parte de mi colaboración.
Veré el debate y luego seguiré con mis sesudos comentarios.
Secundus Pars
Siento asco.
¿Esos son los políticos que tenemos en el país?
Claramente se vio la consigna contra el Peje, pero también éste se defendió con poco éxito y no supo aprovechar los tiempos.
Se le fueron como a Juan Charrasqueado, de a montón.
Mucho me temo que la edad ya le está cobrando factura.
Creo que el menos raspado que salió, por increíble que se escuche, fue Toño Meado.
Ricardo Canaya se desgastó en su obsesión de alcanzar al Peje en las encuestas y el Bronco se le zafó la canica diciendo que le va a cortar las manos a todos los funcionarios ladrones.
Margarita Zavala no pudo defender lo indefendible de su beodo marido.
Los moderadores no se vieron tan oficialistas como se esperaba, pero sí actuaron como si estuvieran siguiendo un guión coreografiado.
Desde mi muy particular punto de vista, el ganón del debate, que no el ganador, fue Ricardo Canaya.
Pero, ¿saben qué? Todo eso fue una farsa.
Sólo una vez escuché decir en el debate la palabra que define a los políticos de México, a los empresarios y a los ciudadanos: Simulación.
La corrupción no es el peor mal, pues hay uno peor que se llama simulación.
La simulación, hoy por hoy, se ha convertido en deporte nacional.
Tú simulas que dices la verdad, pero haces todo lo contrario, y lo tapas con otra simulación, y otra, y otra.
El debate fue una gran simulación, un circo visto por decenas de millones de mexicanos, igual que en la antigua Roma.
Tener al pueblo ocupado para poder seguirse enriqueciendo y acaparando poder.
Y mientras transcurría el debate, un gnomo pelón y ojete se retorcía las manos y se atufaba el bigote en su palaciega residencia, en algún lugar del Valle de México.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: «De tejido muscular móvil situado en el interior de la cavidad bucal ingiero un platillo consistente en una oblea de masa de maíz o harina, enrollado sobre un guiso». (De lengua me como un taco).
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