Fernando Acuña Piñeiro
Cd. Victoria, Tamaulipas.- La guerra abierta y encarnizada entre el Instituto Nacional Electoral, (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, (TEPJF), se perfila como un nudo gordiano, altamente complejo, cuya naturaleza refleja con nitidez, el lado oscuro y perverso de la democracia mexicana.
En nuestro papel de electores, estamos asistiendo a una agria disputa entre las dos principales instituciones que al final de la elección del primero de julio, habrán de levantarle la mano a uno de los contendientes. El INE es el árbitro y el TEPJF, el juez, ambos por lo que se ve, peleados a morir, por lo que, un resultado apretado, podría llevar a que, el INE declarase vencedor a un candidato, y el Tribunal lo echara abajo, desencadenando un epílogo insólito, donde, al estilo Trump, el próximo Presidente de la república, ganaría en la mesa, y no en las urnas. Increíble, pero cierto.
Después de que, las ropas del desencuentro, parecía que se lavarían en casa, los últimos acontecimientos, han explotado prácticamente en la cara de la opinión pública, y todos sabemos que, el INE de Lorenzo Córdoba y los magistrados encabezados por Janine Otálora Malassis, no se pueden ver, ni en pintura. ¿Pero, a que se debe?
Para algunos expertos en el tema, el famoso Tribunal electoral de nuestro país, no escapa a las filias políticas y de subordinación al sistema político en vigor. Es así como, la actual composición del TEPJF, responde a intereses partidistas concretos.
Se sabe que, su actual Presidenta Janine Otálora, se identifica con el PAN, así como también el magistrado Reyes Rodriguez. Los magistrados Felipe Alfredo Fuentes, Felipe de la Mata, Mónica Soto y Felipe Vargas, están ligados al gobierno priista. Al magistrado Indalfer Infante González, se le ubica como propuesta del PRD.
Dicha versión encaja perfectamente con el polémico veredicto que le abrió la puerta a Jaime Rodríguez, “El Bronco”, en la competencia por la presidencia de la república.
Los magistrados que votaron a su favor, fueron tres de los cuatro magistrados priistas, obedientes a la consigna del Presidente Peña Nieto, y sus nombres son: Felipe Alfredo Fuentes, JoséLuis Vargas y Mónica Soto, ellos fieles a su condición oficialista, operaron a favor del “Bronco”. El único que faltó de este grupo priista fue Felipe Mata, quien votó en contra y prefirió jugar un papel digno y sufrago en contra. En cambio, Felipe Alfredo Fuentes, ligado a la corrupta izquierda perredista, aporto el cuarto voto que hizo la mayoría.
En contra votaron los dos magistrados panistas, incluída la actual Presidenta del TEPJF Janine Otálora, a quien decidieron no involucrar y desgastar en este capítulo vergonzante. El otro magistrado azul que también voto en contra fue Reyes Rodriguez, y el tercer voto en contra fue del magistrado, identificado con el oficialismo, pero que desentonó con sus tres compañeros, su nombre, como le decíamos, es Felipe de la Mata.
O sea, si el máximo juez de la democracia mexicana, está en manos del PRI, (cuatro magistrados), del PAN, (dos magistrados) y del PRD, (Un magistrado), pues el dueño del balón democrático es el prianato. Y si AMLO no gana por goliza, podrían, como le decía al inicio de esta columna, ganarle el poder, no en las urnas, sino en la mesa. De ese tamaño están las cosas.
RICARDO ANAYA, EL AVISPON AZUL
Ahora resulta que, lo conchudo, o sea el cinismo a la mexicana, es un caso cerrado. No podía ser de otra manera, suele suceder en estos tiempos revueltos y azarosos de la lucha por el poder presidencial. Desde luego no por ello, pasa desapercibido que, el candidato del Frente por México, Ricardo Anaya trata de darle vuelta a la página, en lo concerniente al escándalo del lavado de dinero y específicamente a la venta de la famosa nave industrial.
El más reciente capítulo del melodrama anayista, muestra al chofer de Manuel Barreiro, como el prestanombres que, de poseer un cochecito Corsar, 1987, compró en 54 millones, todo un complejo económico. El empleado se llama Luis Alberto López López, y dice que se prestó a la tranza, porque le debe lealtad a su jefe, (ah bueno, así sí). El tema, que por cierto, es manejado ya con bajo perfil en El Universal, me recordó la serie del “Avispón Verde”, y de su chofer Kato, (interpretado por Bruce Lee).
Kato aparece en la pantalla, disfrazado con traje y antifaz negro. Junto con su jefe, el “Avispón Verde”, recorren la ciudad a bordo de un Chrysler imperial Crown blindado. Obviamente, estos personajes que fueron muy populares, en la década de los sesentas, se dedicaban a evitar robos y combatir el hampa. Es un caso contrario del candidato panista a la presidencia y del chofer de Barreiro, que, con todo y su lealtad, se está prestando a un ilícito.
El moderno Avispón Azul, y su chofer queretano, están haciendo también historia…una historia de impunidad, por cierto.
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