Fernando Acuña Piñeiro
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Los dioses intentaron un hombre de tierra, enseguida lo propusieron de madera. Y al tercer intento, nació su obra maestra, el hombre de maíz, el alimento elevado a la categoría de divinidad, conocido por el nombre de Hun Nal Ye. Estamos hablando del libro que contiene las claves de nuestros genes antropológicos: El Popol Vuh.
Nosotros, los mexicanos de este siglo XXI, atrapados por la cultura cibernética y dependientes de las redes sociales y el internet, venimos de ese pacto primigenio de hileras blancas que descienden al inframundo, para después resucitar y reinar en nuestros hogares.
En ocasiones he llegado a imaginar, que las tortillas son soles infinitos, constelación de granos vivientes, que nos han dado rostro y voz, ante el mundo.
El testimonio que más se acerca a la categoría del maíz, como la metáfora mexicana por excelencia, son las pinturas rupestres de Cacaxtla Tlaxcala, donde se observa una milpa, con mazorcas, hechas de rostros humanos.
La versión más antigua del Popol Vuh, se encuentra en un museo de la ciudad de Chicago. En este claustro de la cultura anglosajona, descansa injustamente, la obra fundacional de nuestros orígenes. La traducción hispana de estos dos vocablos mayas, significa el libro del consejo, podría ser también el libro del poder y del gabinete.
Me llama la atención que, en esta, que bien podríamos llamar, la biblia mesoamericana del maíz, los hombres son creados por los dioses, porque hasta ese entonces, no tenían quien les hiciera reverencia.
Nace aquí la pregunta, si nuestros pueblos hijos del coloniaje español, ya desde su tiempo ancestral, estaban condenados a un destino piramidal.
Después de todo, nuestros tres grandes movimientos históricos y sociales, la Independencia, la Reforma y la Revolución, están hechos de caudillos y de masas indómitas. La era de las instituciones, tampoco se ha salvado de un presidencialismo que para bien o para mal, responde a una tradición de arriba hacia abajo.
Lo cierto es que en estos tiempos, afines a la supremacía del mercado y de la economía global, el maíz, sigue siendo la piedra angular de nuestra canasta nacional. Por cierto, el Secretario de SAGARPA, Baltazar Hinojosa Ochoa, tuvo un acercamiento importante con el tema del maíz.
El ministro mexicano de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, fue invitado especial del Centro Internacional del Mejoramiento de Maíz y Trigo, CIMMYT. Se trata de una organización internacional, creada en USA por la Fundación Rockefeller, dedicada al mejoramiento permanente de gramíneas. Nació en México, en 1943, durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho.
El CIMMYT seguramente fue pieza clave, para enviar más y mejores alimentos a las tropas norteamericanas, durante la Segunda Guerra Mundial, etapa en la cual se dio uno de los desarrollos más bonancibles de nuestra agricultura, pues éramos proveedores del vecino país, del norte, mismo que nos daba todo tipo de facilidades, para venderles, granos y hortalizas.
Paradójicamente, hoy México compra grandes cantidades de maíz a Estados Unidos. Es muy marcada, nuestra dependencia del exterior.
Durante su encuentro con los investigadores y académicos del CIMMYT, Hinojosa Ochoa puso de relieve el tema del mejoramiento genético del maíz. Citó el programa “Mas Agro”, así como el plan “Maíz para México 2030”, en el cual participan más de ochenta organizaciones mexicanas, empeñadas en lograr una mayor y mejor producción, cuya meta final, sería la sustitución de las importaciones.
De la poesía y la visión cósmica del maíz, imperante en la sociedad prehispánica, a la república masificada y urbana que hoy tenemos, hay un mar cronológico de por medio. Pero a final de cuentas, la esencia sigue siendo la misma: refundarnos como sociedad y como nación, iniciando por el significado semántico del maíz: “lo que sustenta la vida”.
En los días posteriores a la elección tamaulipeca del 2016, lo primero que hizo Baltazar Hinojosa, fue ir a su rancho, y meterse a la tranquilidad de un mar de sorgo, y caminar sobre el horizonte de granos rojos. Hoy, lo vemos concluir el sexenio, como un triunfador nato, en la máxima responsabilidad del ministerio de Agricultura.
Las figuras realmente trascendentes, como es el caso de Balta, no se opacan, solo mutan de paisaje. Esperemos que en el impulso a la productividad agrícola y pecuaria, tenga éxito, el Secretario de SAGARPA.
Por ahora, uno de nuestros retos principales es, recuperar el primer acto de la Suave Patria, el poema emblemático de Ramón López Velarde:
“Patria: tu superficie es el maíz/ tus minas el palacio del rey de oros/ y tu cielo, las garzas en desliz/ y el relámpago verde de los loros.
Discussion about this post