Por Pegaso
Reynosa, Tamaulipas.- Volando yo por los calurosos cielos de Reynosa… Reynosa es un puebleci… (Nota de la Redacción: ¡Basta, Pegaso! Deja a un lado el síndrome de Jaimito El Cartero. ¡Vade retro!)
Bueno, volando yo por ahí me acordaba de cómo las campañas políticas de antes eran más chidas y morrocotudas, porque en cada colonia había una lideresa que controlaba a toda la borregada para favorecer al entonces poderoso Partido Revolucionario Institucional.
Viejas luchadoras, guerreras, batalladoras aquellas que vivían apenas en un tejabancito con láminas de metal, pero que tenían una fe inquebrantable en los políticos emanados del PRI.
Recordaba, por ejemplo, a la chaparrita enjundiosa de doña Mary López de Cardiel.
Doña Mary se caracterizaba por su férrea fidelidad a su partido y te lo recalcaba a todo momento: «¡Yo soy prillísta!», decía con un ademán de mano cerrada.
Cuando era alcalde Ernesto Gómez Lira, la llamaba «roma» por su baja estatura. En aquellos tiempos un grupo de colonos se posesionó de unos terrenos cercanos a la carretera a San Fernando, frente a lo que hoy es el libramiento Sur, y se le llamó colonia Roma, en honor a la batalladora Mary López.
Cerca de ahí, en la colonia López Portillo, Ninfa Olvera de Barrera se fajaba los pantalones y exigía beneficios para los habitantes del sector.
Acostumbraba participar en los mítines políticos y en los actos de campaña con un léxico populachero, pero muy llegador. Habló, según me acuerdo, ante candidatos a la Presidencia de la República, al Gobierno de Tamaulipas y a la Presidencia Municipal.
Mary Téllez, por su parte, mandaba galleta en la Aquiles Serdán. De ella se dice que jamás perdió una casilla en una elección para el PRI.
Y hacia el sur, en las colonias Independencia y La Esperanza, doña Carmelita Zapata recorría incansable las polvorientas calles, convenciendo al viejerío para que votaran por los candidatos.
Recuerdo con agrado a doña Margarita Tavizón de Cepeda, gran amiga y entusiasta lideresa de la Unión de Colonias Populares, ya fallecida.
Todas ellas fueron guerreras de una época ya perdida.
Hoy en día se hacen campañas más ligth, más desenfadadas, quizá por los cambios que ha tenido la ley electoral o tal vez por el uso de las nuevas tecnologías para gestionar el voto ciudadano en las redes sociales.
Poco a poco las viejas líderes priístas se fueron decepcionando de los políticos que arribaron al poder y se enriquecieron ellos solitos, con sus compadres y familiares.
Aparte de Margarita Tavizón, quien sí llegó a ser diputada local, al resto de ellas jamás les hizo justicia la revolución.
Ví hace poco a Mary López de cerillita en el HEB del bulevar Morelos. Le pregunté por qué se había retirado del PRI y me contestó con sonora onomatopeya. Ninfa Olvera está dedicada a cuidar al viejón. Carmelita Salinas murió a causa de la diabetes, luego que le fueron amputadas las dos piernas y Mary Téllez se ha tenido que subir a la ola azul para no ser arrollada.
Ninguna de ellas, aunque terminaron en la extrema pobreza, recibieron o han recibido la atención de aquellos políticos, alcaldes, diputados o gobernadores a los que ayudaron a encumbrar y a enriquecerse.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: «Material pulverizado de anterior mezcla de tierra y agua». (Polvo de aquellos lodos).
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