Max Ávila
* El columnista es autor de las novelas: “Erase un periodista y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo”, además Premio Nacional de Periodismo 2016.
Cd. Victoria, Tamaulipas.- López Obrador se declaró enemigo de los empresarios enriquecidos a la sombra del poder. Ello incluye negocios realizados en la opacidad con dineros públicos, es decir, aprovechando relaciones políticas garantes de cuantiosas ganancias.
Sea que no está contra todos sino contra quienes integran la minoría que ahora se ofenden cuando el abanderado de MORENA los exhibe en su amor por el dinero. De ellos ha dicho que mantienen “secuestrado” al supremo gobierno al tiempo que los señala con nombres y apellidos.
Por su parte los dueños del capital hacen valer su fuerza no solo mediante desplegados donde pretenden intimidar al abanderado de MORENA sino obligando a que las autoridades tomen partido.
No se requiere mucha ciencia para imaginar la actitud oficial inclinada sin titubeo hacia la clase empresarial. Y desde luego esta confrontación aporta un elemento más de golpeteo electoral hacia el tabasqueño.
Lo cierto es que los empresarios privilegiados por el sistema están dolidos porque un candidato “plebeyo” se atrevió a “balconear” lo que a su entender es inmoral o impúdico.
Usted dirá que el problema podría terminar si ambas partes se ponen de acuerdo con un abrazo y una sonrisa. Total que se tome como una “calentona” de campaña y punto. En este sentido el escribidor considera que el asunto es mucho más serio que un apretón de manos o un pacto de no agresión.
Y es que tanto los “anolistos” al servicio del sistema como los genios de la teoría política no aceptan que la señalada confrontación solo es parte de la guerra entre pobres y ricos, séase que la lucha de clases en nuestro país se ha polarizado cuando en un extremo se encuentran no menos de 70 millones de hambrientos y en la parte contraria apenas el 4 por ciento de mexicanos influyentes.
Estadística oficial que al no interpretarse y atenderse con la seriedad debida ha propiciado un escenario altamente riesgoso. Por supuesto no estamos al borde de una guerra civil pero sí ante muestras de inconformidad que mucho tienen que ver con los saqueos de comercios multiplicados en los últimos días o la rebelión social que conduce al cambio político.
Como se quiera ver, esto es una lucha de clases que tiene como referencia el proceso electoral. Y qué bien que sea a través del voto como se defina el futuro de la república. Esto es lo primero que debieran agradecer los empresarios considerando que la desmedida ambición de una minoría bien pudiera conducir a la violencia hasta ahora contenida por la opción que significa AMLO.
¿POR FIN, ADENTRO O AFUERA?
Ante la presunta intromisión a favor de tal o cual candidato, Peña Nieto recién lo desmintió precisando que él es presidente de todos los mexicanos y por lo tanto permanece al margen, lo cual fue aplaudido hasta por AMLO. (Y dicen que con las dos manos).
Sin embargo este sábado en su discurso por el aniversario de la Batalla de Puebla EPN aludió a López Obrador en forma que no quedó duda al mencionar que los verdaderos juaristas son tolerantes.
Ya sabéis que la vocación política de AMLO está inspirada en Juárez y su ejemplo como también lo está en Madero y Lázaro Cárdenas a quienes considera dignos defensores de la soberanía nacional.
En cuanto a Peña Nieto como que no quiso dejar pasar la oportunidad de otorgarle severo “raspón” al tabasqueño. Se trata de un mensaje de solidaridad para los empresarios quienes ahora mismo estarán entendiendo que AMLO estaría a punto de convertirse en presidente de México, circunstancia que cambiaría las reglas del juego.
Como dicen los abogados, “más vale un mal arreglo que un buen pleito”. Los dueños del capital están ante una disyuntiva. A ellos sí que les quedaría eso de la intolerancia, digo, porque el resto también somos dueños de México.
Y ni modo que sea invento.
SUCEDE QUE
No es “presumidera” pero hace algún tiempo viajando por la región del Duero en España paramos en una gasolinera donde el costo por litro del combustible equivalía a 20 pesos mexicanos. La primera deducción del escribidor fue que el precio correspondía al nivel de vida de primer mundo, cosa que difícilmente sucedería en nuestro país porque no había punto de comparación respecto de la calidad de vida en todos los sentidos.
Pero resulta que en algunas partes de México ya sucede. Sea que la gasolina regular alcanzó los 20 pesos el anterior fin de semana y el país sigue estando igual o peor de hodido que la época del relato por el Duero.
Dícese que esto también tiene que ver con la corrupción, entonces, ¿por qué Meade pide a Carlos Romero Deschamps y al sindicato petrolero que le ayuden a conseguir votos?. (Mí no comprender).
Y hasta la próxima.
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