Max Ávila
* El columnista es autor de las novelas: “Erase un periodista y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo”, además Premio Nacional de Periodismo 2016.
Cd. Victoria, Tamaulipas.- La explicación más simple respecto del relevo de Enrique Ochoa Reza es que no funcionó al frente del PRI. Para los versados en la “grilla” no significa novedad alguna porque estaba destinado al fracaso desde el momento en que EPN lo designó para el cargo.
Lo anterior originó el desencanto (algunos podrían asegurar que fue “encabro-na-miento”) de los profesionales del tricolor no solo por la nominación de Ochoa sino del mismo Meade que propició silencioso e inocultable retiro dando lugar a especulaciones de todo tipo, como el virtual rompimiento del régimen con la estructura partidista.
No olvidéis que en los tiempos de De la Madrid sucedió algo similar con la imposición de Salinas de Gortari creándose “la corriente democrática” encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, (incluyendo a López Obrador) que más tarde dividió al PRI y fortaleció la izquierda nacional con las consecuencias a la vista del portador.
Ni cómo ocultar entonces que el “liderazgo” de Ochoa Reza fue producto de un capricho cuya ganancia al final de esta aventura (si es que logró alguna), es que ya no estará obligado a defender e impulsar una candidatura sin futuro.
Ahora le toca a René Juárez Cisneros, político de medio pelo que no hará más de lo que permiten las circunstancias, digo, considerando que Meade cada vez más se pierde en el vacío.
Por supuesto que en el proceso interno del PRI hubo errores de origen. Tal vez el ex secretario de Hacienda no era el candidato indicado pero lo fue por razones que el escribidor aún no se explica. Desde entonces se han eslabonado incidentes harto conocidos. Uno de los más significativos es la renuncia de Ochoa Reza de quien como dijeran de cualquier pitcher mediocre, “se va con más pena que gloria”.
De manera que ante el evidente fracaso en su lucha por el poder el PRI se vio obligado a cambiar dirigente. En este sentido el columnista está cierto de que no toda la culpa es de la cúpula partidista sino también de quienes rodean al candidato. Y del más cercano, sea del coordinador Aurelio Nuño cuyo trabajo no se ve por ninguna parte y quien no queda exento de que en cualquier momento también le den las gracias enviándolo de regreso a su casa.
LAS DUDAS EN TAMAULIPAS
La realidad es que René Juárez Cisneros poco hará a favor de Meade y en general de los candidatos de su partido a lo largo y ancho de la república. En Tamaulipas por ejemplo, existen serias dudas de que los abanderados del tricolor logren triunfos importantes no solo ante el empuje del PAN y MORENA sino porque el PRI está seriamente afectado por el abandono y la apatía de su dirigencia.
Acaso municipios como Matamoros, Victoria o Tampico resistan, pero quien sabe en qué condiciones y por cuánto tiempo. Y de los aspirantes a diversos cargos de elección ni se diga.
Esta mediocridad partidista y el egoísmo (quizá soberbia) de algunos destacados militantes, evita vislumbrar los riesgos en que se encuentra el PRI en la entidad.
No es fantasía considerar que podría perder el registro si la tendencia derrotista persiste en el futuro inmediato. Desaparecer del mapa tomando en cuenta otro de los grandes pecados que fue ignorar la creación de nuevos cuadros que pudieran enfrentar la situación actual con dignidad y convicción.
Claro que la fortaleza debiera provenir primero de la ideología y después de la mística. El problema es que ambas desde hace tiempo desaparecieron del PRI siendo reemplazadas por la mezquindad.
Pareciera entonces que el PRI en Tamaulipas, como en buena parte del país, padece enfermedad terminal. Y la confusión en la pirámide del poder hace suponer que no existe remedio que lo pueda salvar.
SUCEDE QUE
El secretario de Salud no debiera calificar como “rabia” el enojo social y menos situarlo como simple problema de “salud pública”. El asunto es más profundo y José Narro debiera remitirse al origen del fenómeno. No es posible que el ex rector de la UNAM ignore que todo es consecuencia del sistema injusto que para empezar, ha empobrecido a dos terceras partes de la población en un país donde solo el 4 por ciento de las familias acumula el 80 por ciento de la riqueza. ¡No manche magister!
Y hasta la próxima.
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