Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Cómo se va integrando la voz con el sonido de la música. Cómo la voz escapa en la huida de la melodía y quedan los acordes, las alondras, la soledad que espera en la sexta sinfonía de Beethoven.
Uno nunca se recupera cuando se entera de la vida que llevó Beethoven. Y sin embargo nos dejó esta música con la que todo el mundo se goza y calla y escucha ceremoniosamente. La sala luce oscura, hay un estremecimiento en el aire.
De pronto un despertar repentino, un balde de agua fría en la cara, un estruendo en la memoria rescata con vida tu vida de farsante y escuchas los prolongados silencios y luego los disturbios en el liacho de la sinfonía de cornos y cuerdas.
Es una danza en el mar, fanfarrias al sol en cualquier mañana. De pronto luz solar, de repente cuerda tensa que da en la cara y se despedaza.
Al comenzar de nuevo tímidamente el sonido, más ligero que el aire, se va acercando a nuestros oídos en su danzar profano sobre nosotros que poseídos nos detenemos a escuchar desde el sitio en el cual no estamos.
Qué sinfonía creciendo en las cuerdas meciéndose en los labios devotos de las señoritas de traje.
La sexta sinfonía de Beethoven hace una pausa en medio de un breve silencio expectante que salió un rato y volvió como si nada a esta parte.
Visto así comienza de nuevo su tarea de auscultar nuestros sentidos, volvernos adobe, mosto, soledad, agua, sufragio. Nada.
Hay ligeros remates en les perversiones, en los mullidos paseíllos de la melodía por su cuerpo, un estremecimiento en el recorrer las notas pulsantes in decreciendo antes minutos antes del estruendo.
Pasa por todas partes antes de instalarse como sinfonía, uno recrea las instancias de otro día, sobre todo cuando ya no puedes explicarte una obra, al arte te gusta porque te gusta. Y eso pasa siempre con quien escuche esta 6° Sinfonía. De un sentido naturalista, algo extraño al tratarse de una obra de corte pastoral, pero pasado por el ingenio tremendista, agotador, persistente de Beethoven.
En la parte final hay una respuesta en buena medida, sin que lo pida, la obra es bella por donde se comience a verla, es una mujer, la obra, un tal vez en algún lugar existiera, pero la obra solo se escucha, Dios nos limitó a mirarla a la cara, preguntarle algo. En el fondo nos lo merecemos, ya la hubiéramos hecho pedazos.
Entre nosotros la música exclama su poder de acida respuesta, expulsa su temeraria reacción ante un acontecimiento, un hecho en particular de la vida. La música es un cuchillo en la noche más oscura de la vida. Un cuento muy largo que termina por la mañana.
Es paseo esta sinfonía compuesta por Beethoven. Es un andar y repentino volar atravesando ventanas, descubriendo espacios, silencios, rescatando pequeños olvidos de la memoria. Es un placer escucharle señor Beethoven, esta parte contiene algunos de los pasajes más hermosos de su obra.
HASTA LA PRÓXIMA.
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