Fernando Acuña Piñeiro
Cd. Victoria, Tamaulipas.- En el 2000, de ser el planeta mayor de la galaxia, se le cansaron sus estrellas, y quedó convertido en un cuerpo político de alternancia. Regresó todavía en el 2012, solo para coronar el hartazgo ciudadano. Hoy, en 2018, una verdadera vorágine social, termino por arrojarlo al traspatio de la historia.
Ya no es el Júpiter del sistema político mexicano, sino apenas un pequeño satélite que busca, alguien que le brinde un poco de luz. La duda es, hacia donde se moverá:
¿Se resignará a seguir siendo esclavo del panismo por cuatro años más en el estado?¿O sus genes nacionalistas, lo retornarán hacia el centro izquierda de donde nunca debió moverse?
Para efectos tamaulipecos, el análisis es el siguiente:
Desde que se da el triunfo del PAN en el 2016, el objetivo estratégico del cabecismo, fue el de terminar de desmantelar al PRI, reduciéndolo a su mínima expresión, borrándolo del escenario político. Aplastándolo. Paradójicamente, el encargado de cumplir con esa misión, no fue ningún panista, sino un priista hecho a modo, llamado Sergio Guajardo Maldonado. Su descripción era la de un alto burócrata de la SEDATU, muy cercano al ex gobernador Egidio Torre Cantú.
Hoy, el Checo puede sentirse satisfecho de que, cumplió con creces la encomienda que le dieron, los grupos del PAN, pues en unos meses más, cuando entren en funciones, los nuevos legisladores y alcaldes tamaulipecos, el Revolucionario Institucional será la tercera fuerza política en la entidad. Prácticamente, un membrete sin personalidad, un triste bulto del poder, arrodillado en las escaleras de palacio.
Pero no todo está perdido. Desde hace unos días, grupos de prestigiados priistas se están moviendo, organizando reuniones tanto en esta capital, como en otras ciudades del estado, con la finalidad de llegar a acuerdos, encaminados a una rápida e integral reestructuración del partido. Dichas acciones tendrían como propósito inmediato, la salida de Checo Guajardo y de Aída Zulema Flores Peña, los dos alfiles egidistas, como medida previa, para nombrar un comité interino que se haga cargo del CDE, mientras se elige a una nueva directiva.
Las reacciones a estos tambores de guerra, no se han hecho esperar, pues el Checo convocó a una reunión urgente, en la sede del ICADEP, con el fin de contrarrestar los planes de sus adversarios internos.
En nuestra opinión, el Checo y su famosa pandilla de improvisados, más algunos diputados locales que les siguen el juego, porque están también en el ajo, hacen mal en aferrarse a un cargo, que jamás honraron, sino todo lo contrario: solo utilizaron al PRI como una Gerencia comercial, para ponerle tarifas a muchas candidaturas de elección popular.
Ha sido tan arbitrario y deshonesto el chequismo, que desde el CEN del PRI, siempre han sido vistos con ojos de recelo , por no decir llanamente, con una mirada de abierta desconfianza.
¿Qué es lo que sigue?
Hoy, apremian los cambios en el PRI estatal, ante las elecciones que se avecinan en el 2019, donde estará en juego la nueva mayoría del Congreso tamaulipeco.
Para quienes se reconocen a si mismos, como auténticos priistas, queda claro que no pueden permitir la permanencia de la misma camarilla chequista, y hacer como como si nada hubiese pasado. Peor aun: advierten que no pueden dejar en sus manos, una elección local, crucial para avizorar la posibilidad de recuperarse del Tsunami, aunque sea en lo mínimo.
Pero también, quienes ahora buscan democratizar al partido, y ante todo devolverle la dignidad perdida, albergan fundadas sospechas de que los vientos azules, traten de imponer a una segunda directiva pelele, tal y como lo hicieron con Checo Guajardo.
Los priistas que encabezan la reivindicación del priismo, señalan que, ante el desolador escenario de un PRI desprestigiado y en severa quiebra económica, de aceptar una alianza, con otro partido más fuerte, preferirían a MORENA, antes que al PAN.
Esta última sería la disyuntiva, de un PRI agonizante y sin recursos, que, después de ser el rey del poder y del presupuesto, hoy, lo han rebajado a un nivel que antes tenían, organizaciones como el Partido Verde, u otros partidos rémoras, cuya suerte, estaba enganchada a los más grandes.
A la luz del anterior marco de ideas y de reflexiones, la pregunta que nos podemos hacer, como analistas del devenir político estatal, es: ¿Con quien va a jalar el PRI en Tamaulipas? ¿Lo hará con el PAN o con MORENA?
¿A cual de los dos amos va a servir? ¿Seguirá enchufado a la nómina azul, a costa de servirle a los vientos de sparring y de partido palero?
¿O bien optará por jugar en el carril del campeón morena, confiado en que, se trata de los dueños del power federal, y de que, el curso de la historia, en la lucha electoral del 2019, podría definirse a favor de los obradoristas?
Habrá que ver,que camino elige el otrora orgulloso partido de la revolución institucional:
¿Con quien se va, con el PAN o con MORENA?
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