Max Ávila
* El columnista es autor de las novelas: “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo”, además Premio Nacional de Periodismo 2016.
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Es probable que con el arribo del nuevo régimen federal llegue también el rescate de la dignidad periodística.
No es secreto que el oficio de la información ya no depende de la vocación, sino del entorno que actúa como factor para determinar lo que la gran masa “debe saber”.
Y esto incluye toda clase de intereses, sea empresariales, políticos, sociales, religiosos, laborales, etc.
El columnista se atreve a afirmar que, con honrosas excepciones, la república no merece el tipo de prensa que se practica. Y va más allá al suponer que mucho de lo que se escribe no corresponde a lo que sucede en México sino en otro país que no existe.
Y de la televisión ni hablar, conocido que es su poder manipulador y entreguista a cambio de privilegios tejidos a la sombra del influyentismo.
Durante sexenios, los mexicas hemos sido víctimas de interese ajenos a la realidad informativa. Y ni modo que sea invento.
En este sentido, muchas veces nos hemos preguntado: ¿vale la pena seguir ejerciendo un oficio denigrado, humillado, agredido y por ello, reducido a su mínima expresión como vocero y expresión de la sociedad?.
La respuesta tiene que ver con el compromiso civil pero de ninguna manera como forma de sobrevivencia.
El escribidor recuerda que en sus inicios un viejo lobo de redacción le dijo: “En el periodismo, si lo ejerces de acuerdo a tu conciencia, jamás tendrás riqueza. Y al final encontrarás que los amigos se fueron pero los enemigos quedarán como evidencia de que esto es un oficio maldito”.
Ahora lo empiezo a creer.
El asunto es que ojalá y la transformación que pretende AMLO incluya la reivindicación de lo que ya identifica como “el oficio más antiguo del mundo”, desbancando al que tradicionalmente se conoció como tal, es decir, la prostitución… ¡Qué vergüenza!.
RESISTIR ES LA CONSIGNA
La república está a la expectativa. Dio el paso más importante el primero de julio y sin embargo lo más riesgoso y delicado está por venir.
Es la confrontación (que de hecho está en marcha), entre lo que la mayoría desea y la costumbre del poder relativa a proteger a quienes se apropiaron de la riqueza pública.
Estos últimos, beneficiarios de un movimiento revolucionario cuya cuota de sangre fue aportada por los pobres.
No se requiere mucha ciencia para entender que el país fue traicionado desde hace un siglo, por quienes saben hacerlo y su descendencia privilegiada, cual rancia monarquía de tiempos idos.
México ha sido botín de los menos. Y la evidencia más clara son los millones de familias que desean justicia en todos los sentidos.
A poco más de un mes de que AMLO asuma la máxima responsabilidad, los intereses afloran con la crudeza del capitalismo rapaz que no tiene más patria que el dinero.
No extraña observar por estos días la furiosa embestida de grandes empresarios, reflejada en distintos medios de comunicación y “analistas” que sin escrúpulos ni rubor, dan cabida a críticas y ataques que no corresponden a la realidad, pero que sin embargo tienen la misión de debilitar y exhibir al régimen que se avecina.
Se trata, asimismo, de golpear y aprovechar cualquier error o descuido de los protagonistas del cambio, incluso detalles privados como la boda de César Yáñez, el ex vocero de AMLO quien es cierto, no pudo escapar a la frivolidad familiar que de ninguna manera podrá afectar la administración pública.
Desde luego, en el caso de que dicho personaje ocupe algún cargo. Por lo pronto el hecho no significa nada, nadita de nada para los planes de MORENA.
López Obrador y sus principales colaboradores están el ojo del huracán y tendrán que resistir hasta el primero de diciembre. Después mucho cambiará.
Eso esperamos, porque no será lo mismo atacar a un presidente de la república formalmente investido como tal, porque las consecuencias serán diferentes.
Ahora mismo, la furia empresarial alcanza grado de excepción en la defensa de la construcción del aeropuerto en Texcoco donde se concentra quizá, el gran negocio del sexenio.
Y son tantos los millones de pesos en juego, que la imaginación no alcanza para cubrir el monto total.
Y precisamente el temor de los negociantes es que la consulta popular eche abajo las esperadas cuantiosas ganancias derivadas de una inversión que por pública, cuesta a todos los mexicas.
SUCEDE QUE
A nivel local. Excelente que el alcalde Xicoténcatl González Uresti busque apoyos externos para tarea culturales. Es un aspecto olvidado, pero sin ánimo de ofender, ¿no podríamos empezar por aliviar los males que dañan la salud de las colonias populares?. Digo yo.
Y hasta la próxima.
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