Max Ávila
* El columnista es autor de las novelas: “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo” y Premio Nacional de Periodismo 2016.
Cd. Victoria, Tamaulipas.- El miércoles 5 de junio, en tema relacionado con la Libertad de Expresión a conmemorarse dos días después, el presidente López Obrador recordó a Catarino E. Garza Rodríguez, periodista originario de Matamoros, Tamaulipas (24 de noviembre de 1859), a quien mencionó como uno de los precursores del movimiento revolucionario contra Porfirio Díaz.
Combate ejercido desde diversos medios de comunicación que fundara en Brownsville, Eagle Pass y Corpus Christi, entre ellos, “El Bien Público” y “El Comercio Mexicano”.
Pero Catarino Garza no solo se declaró abierto enemigo de la dictadura porfirista, sino defensor decidido de los derechos humanos de los mexicanos radicados en los Estados Unidos.
Mantenía dos frentes abiertos contra poderosos adversarios que le valieron persecución y hostigamiento.
Y como de las palabras pasaba a los hechos, el periodista tamaulipeco organizó su propio ejército. Así tenemos que en septiembre de 1891, con un grupo de combatientes cruzó la frontera entre Camargo y Mier enfrentándose a porfiristas que con más equipo y mayores recursos lo derrotaron.
Catarino no cesó en su empeño. De manera que en noviembre del mismo año realizó otro intento, sufriendo una segunda derrota en la entonces villa de Guerrero.
A estas alturas de su lucha, el periodista tamaulipeco ya era perseguido, tanto por los “rangers” como por agentes porfiristas, en el objetivo de “desaparecerlo” al ser considerado como “nocivo” para ambos gobiernos.
Es así como decide trasladarse a Cuba, Jamaica y Costa Rica. Es en este último país donde se descubre una importante etapa de su vocación liberadora, puesto que se une a grupos revolucionarios participantes de la guerra civil colombiana.
Guardadas las distancias en tiempo y proporciones ideológicas, estamos ante el internacionalismo revolucionario del que muchos años después magnificara el gran Ernesto “Ché” Guevara en Cuba, Angola y Bolivia.
Aunque por los mismos sentimientos humanistas, Catarino Garza muere en combate en Panamá el 8 de marzo de 1895.
La inquieta existencia de nuestro brillante paisano es poco conocida, sobre todo en Tamaulipas, sin embargo otros países sí le otorgan la importancia debida, como el Instituto Internacional de Periodismo de Berlín, Alemania.
Ahí se editó la obra denominada: “Catarino Garza, un mexicano en la guerra civil colombiana de 1895”, donde se precisa:
“El mexicano Catarino Erasmo Garza ejerció el periodismo en Estados Unidos y desde ahí organizó las primeras incursiones armadas contra el gobierno de Porfirio Díaz.
Huyendo del acoso de las autoridades de su país y de EU se integró a un núcleo de radicales colombianos exiliados en Costa Rica y se comprometió en los planes para atacar los cuarteles militares en Panamá.
Garza abrió un frente aun no estudiado en el activismo internacionalista liberal que floreció en América Latina y en la última década del siglo X1X”.
Ese fue nuestro Catarino Garza recordado el pasado cinco de junio por el tabasqueño y presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y que por acá, casi, casi lo ignoramos.
VECINOS NO MUY DISTANTES
Tema obligado es el acuerdo logrado entre los gobiernos gringo y mexicano. Significa en primer término, la frustración de quienes apostaron a la confrontación y por lo tanto, a una crisis política-económica cuyos alcances serían catastróficos que por lo mismo, podrían complicar la Cuarta Transformación.
En segundo lugar se evitó una guerra comercial donde es fácil imaginar los riesgos de una derrota ante el soberbio imperialismo.
Se alcanzó entonces el acuerdo de la buena vecindad que todos esperábamos y en el que AMLO confió siempre, a pesar de las provocaciones surgidas en las últimas conferencias mañaneras a las que el presidente de México respondió con los símbolos de amor y paz, y el derecho a la propiedad de su silencio.
Desde luego se intensificarán los reclamos de élites políticas y económicas en exigencia de presuntos pormenores “secretos” del señalado acuerdo, más como salida decorosa que con suficiente razón, al verse superados por la habilidad e inteligencia del gobierno López-obradorista.
A tales grupos neo-porfiristas, les pasó lo que dijera Paco Ignacio Taibo (que este columnista se apena en repetir, pero que tiene que ver con la introducción por partida doble en una sola emisión, que no deja de ser real).
Aunque la mera desgracia para la oposición, es que AMLO se fortalece en todos los sentidos, justo cuando algunos ingenuos suponían que iba en caída libre y se frotaban las manos porque a México le fuera mal, sino es que “pior”.
Transcurrido lo que fue, es de esperar más sorpresas relacionadas con el combate a la corrupción.
En este aspecto, el columnista espera confiado en que pronto algunos “peces gordos” caigan en las redes de la justicia democrática.
SUCEDE QUE
Ya que se ofrece, como dijo aquel, debemos recordar que Javier Coello, Sub procurador de la PGR en los tiempos de Carlos Salinas, encabezó el operativo para aprehender a Joaquín Hernández Galicia, la mañana del diez de enero de 1989 en ciudad Madero.
El líder petrolero fue acusado de homicidio calificado, acopio y almacenamiento de armas de uso exclusivo del ejército, evasión fiscal por 3 mil 500 millones de pesos y por atentar contra la seguridad nacional, delitos por los que fue condenado a 35 años de prisión.
“La quina” logró redujeran la condena a 13 años, aun así permaneció tras las rejas 8 años, concediéndole la libertad preparatoria en 1997.
Usted dirá que eso ya es historia y tiene razón. Lo actual es que el prestigiado abogado Javier Coello es el defensor de Emilio Lozoya, el ex director de PEMEX bajo la mira de la justicia democrática.
Y hasta la próxima.
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