Max Ávila
Cd. Victoria, Tamaulipas.- El mundo está de cabeza. La naturaleza tose y la humanidad tiembla. Es la respuesta a la irresponsabilidad que ha permitido los abusos contra la madre tierra, los mares, bosques, el aire, etc.
El hombre ha contaminado el planeta y afronta las consecuencias. Hay miedo porque no sabemos hasta dónde llegará el enojo de esta fuerza divina.
De acuerdo al censo del 2019 de la ONU, habitamos unos 7 mil 700 millones en este rincón del sistema solar, distribuidos en millones de la siguiente manera: América (un mil), Asia que incluye China (4 mil 500), África (1275), Australia (40), Europa (750), el resto en islas y otros lugares dispersos.
Somos demasiados y contando. Los alimentos no alcanzan, en tanto los recursos naturales se agotan. La propia ONU, frente al problema del coronavirus, señala que existen no menos de 350 millones que no cuentan con agua para cumplir con la indicación elemental de lavarse las manos varias veces al día.
Agreguemos la hambruna ancestral que padecen, sobre todo en el continente negro, el más explotado y masacrado por el capitalismo.
El mundo está de cabeza digo, buscando la forma de contener la pandemia. Es la prioridad de los aterrorizados políticos que parecen hacer a un lado sus diferencias para afrontar al enemigo común.
Parecen, aunque no todos. Donald Trump por ejemplo, actúa al margen de cualquier acuerdo internacional. Prepotente, discriminatorio, racista y fascistoide como es, va a contra corriente de sus colegas, ignorando que el problema es de todos y por tanto está en el deber de recurrir al valor universal de la fraternidad.
Por supuesto que en el presidente de EU no pueden darse esta clase de sentimientos, cuando sus tropas invaden y asesinan a miles de inocentes tan solo para preservar el saqueo y la rapiña de las grandes empresas.
Por otra parte, hasta la suerte le acompaña. Este sábado conocimos el anuncio oficial de que sus exámenes relativos al virus, resultaron limpios. ¡Qué suerte de este jijo!.
Independiente a eso, es indudable que de vez en cuando, la naturaleza realiza una especie de “poda”, justo para mantener el equilibrio, es decir, impone sus condiciones.
Cierto es que la ciencia busca minar el poder divino, solo que éste responde con nuevas estrategias que rebasan en mucho la limitada capacidad humana. La naturaleza siempre irá por delante, por la sencilla razón de que somos producto de su sabiduría y por tanto, estamos a su disposición.
Terminará con nosotros en el momento que lo decida. Ha sucedido en las grandes culturas cuya desaparición solo se explica por efectos de la madre tierra. Aquí mismo en México, ¿qué provocó el derrumbe de los toltecas o del admirable mundo maya?.
En este sentido las investigaciones se detienen cuando topan con el misterio de la naturaleza. ¿Se trató de prolongadas sequías, enfermedades o qué sucedió realmente?.
Provocamos su ira, pero le basta toser para que aterrorizados nos arrinconemos, suponiendo que el problema del coronavirus pasará, al procurar algunas medidas sanitarias de dudosos resultados.
El “remedio” se agrava cuando los medicamentos adecuados no existen. Y más criminal resulta al convertir un asunto de interés público, en competencia entre empresas privadas que buscan sacar el mayor provecho económico. ¿Qué laboratorios tendrán la suerte de descubrir primero, la fórmula que les garantice ganancias multimillonarias?.
Es aquí donde conviene resaltar el papel de los sistemas económicos, como el capitalismo, cuyo objetivo es empobrecer a los pueblos más débiles saqueando sus recursos, a costa de una permanente agresión a la naturaleza.
Han sido estos sistemas esclavistas, racistas y explotadores, los responsables de la degradación terrícola, donde al final de cuentas, todos resultamos víctimas del capitalismo y las despreciables mafias que lo practican.
SE HACE LO QUE SE DEBE
En nuestro país el Gobierno de la Transformación hace lo debido frente a la resistencia empresarial que no se resigna a dejar de obtener las ganancias acostumbradas, principalmente en espectáculos públicos.
Por lo pronto en el fútbol ni público, ni alcohol ni fritangas, aunque hay fallas como permitir este sábado el festival “Vive latino” que reunió unos 50 mil jóvenes en el autódromo Hermanos Rodríguez de la CDMX. Aquí las innumerables críticas van con cargo a Claudia Sheinbaum. El error podría llevar a consecuencias graves. Pero allá ella y su mala cabeza.
Ya sabéis de las medidas en educación y las recomendaciones para evitar la propagación y prolongación del mal.
Sin embargo, con lo que el gobierno no puede, es con la fuerza conservadora y empresarial que difunde el miedo social.
En este caso se crea el estado anímico adecuado para las compras de pánico, lo que para el comercio equivale a vender mucho más, al tiempo que se deshace de los saldos de bodega. No si pa’ robar bien que compite con los políticos reaccionarios… “cortadito con la misma tijera”.
La psicología de las masas es impredecible. Si usted observó o participó del fenómeno este fin de semana, se habrá dado cuenta de la irracionalidad de algunas personas al comprar productos innecesarios u otros en cantidades exageradas, adquiriendo enormes deudas bancarias que sin duda afectarán la economía familiar.
Pues esto es justamente lo que buscan los comerciantes conservadores, sin importar provocar el desabasto con alto daño para la comunidad.
Ya le digo, apuestan al miedo social que invade principalmente, a un sector de la clase media. Aquel que cuenta con tarjeta de acceso exclusivo a los grandes almacenes de nombre extranjero.
Algo tendrá que ver con los complejos y angustias de dicho sector, pero este es otro asunto.
No sucede en las tiendas que siendo importantes, conservan el concepto pueblerino del comercio. Ahí la adquisición es normal.
Las compras de pánico entonces, son producto, tanto de malsana información, como de la voracidad empresarial.
Y ni modo que sea invento.
Aunque lo bueno es no dejarse influir, esto es lo mero importante.
SUCEDE QUE
Magnífica la información de las autoridades de salud respecto de que Tamaulipas no padece casos de coronavirus. Grave, gravísimo, si en aras de lucimiento personal se ocultaran datos contrarios. Y no es que existan dudas sobre la seriedad de la secretaria Gloria de Jesús Molina Gamboa, pero como que a veces no respeta a los tamaulipecos como debiera. Un caso, uno solo, relacionado con el desprecio a los modestos jubilados del hospital civil de la capital, a quienes recién retuvo sus pensiones sin razón alguna, sea nomás por puro capricho.
Entonces dijimos, “¡no le pegue más a la hodencia!”.
Y hasta la próxima.
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