Por Felipe Martínez Chávez
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Tarde de viernes. El sol canicular cala fuerte todavía sobre la calle Doctores de la colonia Bertha del Avellano, una de las más abandonadas por los gobiernos municipales.
Son los linderos con la Gutiérrez de Lara, cuya fundación data de más de 40 años atrás y a pesar de ello los servicios públicos son deficientes.
El reportero se topa con ellos de improviso. Es una reunión de vecinos en que todos cumplen con los requisitos del Sector Salud en tiempos del coronavirus: Cada quien con su cubrebocas y en “sana distancia”.
Está con ellos el síndico segundo Luis Torre Aliyán. Como pocos, decidió dejar el confort de las oficinas para ir a territorio a cumplir con su tarea.
Ante la escasez de presupuesto oficial, cada mes dona su ingreso municipal para solventar necesidades comunes o en particular algún medicamento de familias vulnerables.
Pero lo aclara bien desde el centro de la calle antes de iniciar una caminata de varias cuadras:
-No ando en campaña. Soy síndico y trato de apoyar en lo que esté de mi parte. Dono mi sueldo y lo hago de corazón.
Hombres y mujeres le dicen que falta alumbrado público y “queremos que nos ayude a que pase el camión de la basura”. Transcurren días y los desechos no son recogidos.
Zacarías Martínez ya ronda los 80, es de los fundadores de ese sector y pide en concreto la introducción de energía eléctrica en cuatro manzanas de la calle Catedráticos. No hay postes. Así están desde que se constituyó el barrio.
Las voces aquí y allá. Alguien dice que “cada que pasa un candidato siempre es lo mismo”.
El hoy síndico independiente lo vuelve a establecer:
-Yo no soy candidato. Me gusta cumplir en lo que esté en mis facultades. Ahorita estoy en mi trabajo y este es mi trabajo.
La marcha avanza sobre Bachilleres, calle que desemboca con el bulevar Guadalupe Victoria y donde una fuga de drenaje le da la “bienvenida” al grupo. Es otro de los problemas añejos de ese sector.
Otro vecino, Hernán Hernández Galarza, agradece al síndico sus gestiones en favor de la Bertha y la Gutiérrez de Lara, abandonadas hoy de la mano de Dios y de la autoridad municipal.
Por la calle Integración Social, paralela a la vía férrea, los hogares se inundan en tiempos de lluvias. Falta construir un desfogue pluvial.
-Aquí podemos sacar varios camiones de arena y grava que arrastra la corriente -dice un vecino sobre el cruce con Geólogos.
Las áreas públicas están enmontadas desde hace años, tanto que parece bosque. La plaza de la Gutiérrez no existe.
Más adelante el síndico recibe el saludo de Doña Concepción Molina Quintana, de 84 años, una de las fundadoras de ese sector que hoy luce triste y abandonando, calles destrozadas y sin alumbrado público.
Antes de despedirse, reitera Torre lo que dijo al llegar:
-Se siente bonito que lo reciban a uno con energía, pero los aplausos son para ustedes ¿por qué? Por aguantar a una administración que les ha quedado a deber.
En breve entrevista y antes de salir de aquel barrio, Torre Aliyán manifiesta que en varias semanas de actividad constante ha recorrido 114 colonias y ejidos escuchando a la gente, solucionando problemas a su alcance.
Es el único integrante del cabildo que sale en territorio y no utiliza recursos oficiales. Ejerce todo el sueldo que le tiene asignado el ayuntamiento.
Casi anochece. Los vecinos se dispersan, Aliyán se pierde en su vehículo por las calles que conducen al río San Marcos, y el reportero, que hacía un trabajo de investigación en el sector sur poniente de la ciudad, continúa con su labor, por calles y senderos detenidos en el tiempo y en el pasado, muy lejos del interés oficial.
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