Por Agencias
Nueva York-. El presidente-electo Joe Biden y su vicepresidenta-electa Kamala Harris ganaron Georgia y Arizona, dos estados que han sido bastiones republicanos durante décadas y Donald Trump apareció por primera vez en público desde el anuncio del triunfo de su contrincante el sábado pasado, pero no mencionó la elección mientras que las demandas legales de los republicanos siguen siendo desechadas por tribunales por falta de evidencia.
Con las proyecciones del triunfo en esos dos estados anunciadas hoy -los últimos en ser declarados junto con Carolina del Norte que este viernes fue otorgada a Donald Trump- Biden y Harris obtienen 306 votos electorales, precisamente el mismo número obtenido por Trump en 2016, aunque en esta ocasión los demócratas gozan de un margen aún más amplio del voto popular por más de 5 millones contra el presidente.
Georgia -donde ya se ha anunciado un recuento- no había sido ganada por un candidato presidencial demócrata desde Bill Clinton en 1992. Fue clave la movilización multiracial progresista encabezada por organizaciones afroestadunidenses, pero tambien con una significativa aportación por una creciente comunidad latina, sobre todo mexicana.
También estaba presente el espíritu de un héroe progresista, el diputado John Lewis, figura icónica del movimiento de derechos civiles, quien falleció recientemente en julio. Fue su distrito en el condado Fulton, el cual incluye Atlanta, que fue la clave en esta victoria. Lewis, quien marchó con Martin Luther King, fue golpeado y encarcelado múltiples veces y fue uno de los oradores de la famosa marcha sobre Washington en 1963, y quien desde entonces fue conocido como “la consciencia del Congreso”; participó en diversas luchas sociales a lo largo de su vida incluyendo este año en Black Lives Matter. Empleaba una frase célebre aconsejando a que uno se metiera “en buenos líos, líos necesarios”. Muchos progresistas vieron el triunfo demócrata en su estado como un regalo en honor a Lewis.
En enero, ambos escaños de ese estado en el Senado se disputarán en una segunda vuelta, y será ahora donde se determinará el control de la cámara alta, con enormes implicaciones nacionales. Por ahora los republicanos controlan el Senado, pero perderán la mayoría si ambos candidatos demócratas logran ganar, ofreciendo un camino mucho más abierto para la agenda política del nuevo presidente.
A la vez, ningún candidato demócrata había ganado en Arizona desde Clinton en 1996, y antes de él Harry Truman en 1948. Más aún, ese estado ahora estará representado por dos senadores. Algunos analistas señalaron que uno de los políticos más famosos de ese estado, el senador republicano John McCain, quien falleció en 2018 y que fue repetidamente insultado por Trump cuando vivía y después de su muerte, tuvo su venganza desde la ultratumba. De hecho, su viuda apoyó la campaña de Biden, y recordó que los dos hombres eran amigos a pesar de sus diferencias políticas.
Al igual que el caso de Georgia, el triunfo demócrata fue en gran media fruto de un intenso trabajo de varias organizaciones progresistas, incluyendo algunos de los grupos latinos más dinámicos del país los cuales lograron derrotar en los últimos años legislación anti-migrante y aún más importante, una de las figuras anti-migrantes nacionales, el ahora ex sherif Joe Arpaio, feroz aliado de Trump.
Este viernes Trump apareció en un evento público por primera vez desde que se proyectó su derrota el sábado, pero evitó abordar el tema de la elección o sus planes. La supuesta conferencia de prensa en la que no aceptó preguntas se dedicó al supuesto combate contra el Covid-19. Una vez más se auto-elogió por su manejo de la pandemia -tal vez el factor mayor en su derrota- e intentó darse todo el crédito por la vacuna anunciada por Pfizer esta semana aunque se quejó que la empresa no reconoció que su producto fue desarrollado bajo el programa del gobierno de Trump. Anunció que muy pronto se empezará a distribuir a los más vulnerables.
Mientras que Trump y sus aliados insisten que esta elección fue contaminada por fraude y severas irregularidades, hasta atreviéndose a acusar que unos 2.7 millones de votos fueron borrados, cada día se evidencia que es una acusación falsa.
El jueves, el consejo coordinador de funcionarios federales, estatales y locales encargados de supervisar los diversos sistemas de votación que se usan alrededor del país emitieron una declaración concluyendo que la elección “fue la más segura en la historia estadunidense” y que “no hay evidencia” de que hubo cualquier problema grave en esos sistemas.
Más aún, continuaron los rechazos por parte de jueces de las demandas interpuestas por republicanos cuestionando diferentes aspectos del proceso electoral en varios estados, casi todos por falta de evidencia.
Un juez en Michigan descartó este viernes una de las demandas, al calificar los argumentos de los abogados de Trump como “no creíbles”; otro hizo algo parecido en Pensilvania. Mientras tanto, el bufete de abogados que representa a la campaña Trump en Pensilvania en sus casos alegando fraude electoral renunció este viernes; hizo lo mismo un bufete en Arizona – estado en donde los abogados de Trump retiraron otra queja después de admitir que no cambiaría el resultado. (David Brooks/La Jornada).
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