Por Felipe Martínez Chávez
Tula, Tamaulipas.- Para unos existe, para otros no.
Es el mítico pueblo indio Santa Ana de Naola, el presunto único que queda en Tamaulipas y del que poco se sabe.
Los historiadores no han hecho su trabajo.
Nadie habla un idioma autóctono ni tiene el reconocimiento del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (antes Nacional Indigenista), como sí lo registra San Luis Potosí -a unos cuantos kilómetros- con el pueblo pame o xi úi, en Santa Catarina y Alaquines.
Desde sus ancestros los de Naola están divididos: Unos afirman que cuentan con título de propiedad comunal signado por el Virrey de la Nueva España, en el año 1716; otros dicen que su historia escrita viene de 1944 cuando solicitaron un replanteamiento de linderos.
No es ejido ni propiedad.
La mitad cuenta con certificados del PROCEDE con los beneficios que ello implica. La otra mitad lucha porque se les restituya o indemnice por tierras que les fueron arrebatadas en los últimos tres siglos.
“Yo nací aquí, y desde que tengo uso de razón nunca se ha hablado de indígenas”, manifiesta Juan Gaytán Aguilar, de 92 años, vecino de la comunidad y ex comisario de la junta vecinal.
Su padres eran originarios de Naola (algunos le colocan “h” intermedia) pero nunca le comentaron que pertenecieran a alguna etnia.
-¿Qué significa Naola?
-No, realmente no sabemos.
La historia en documentos comenzó cuando pidieron al entonces Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización trabajos técnicos de linderos, dado que les invadieron varios particulares, entre ellos Manuel Olvera, Luciano Eraña y Juana Torres viuda de Carrera, madre ésta del revolucionario Alberto Carrera Torres, que se posesionaron “a la brava” de miles de hectáreas.
Pese a no ser ejido nombran a un comisariado comunal cada tres años, cuyo presidente guarda los viejos planos y documentos que dan sustento a la legalidad de las tierras. Ahora lo es Antonio Aguilar Lara, nacido también en el pueblo.
La confirmación de los terrenos comunales fue emitida el 16 de julio de 1956 a favor de 570 derechosos, con lo cual la dependencia ratificó que tenían “una posesión de cien años”, es decir, desde 1856, pero sin títulos de la época virreinal.
“En ningún momento dicen que somos indígenas”, manifiesta Aguilar mientras abre cada uno de los documentos que le entregó el último representante legal.
Los papeles dicen que eran dueños de 23 mil 642 hectáreas, en Tamaulipas, pero a la hora de ejecutar la resolución solo “encontraron” 22 mil 900. A los ingenieros del DAAC se les “perdieron” 742 hectáreas.
Continúan los despojos. Acusan que Maximino Barrón (Bautista) se apoderó de cuatro mil hectáreas más “y sigue corriendo las mojoneras a su favor”,
El ejido José María Morelos, con dos mil 526 hectáreas, quedó en el centro (incomunicado) de la propiedad de Santa Ana, dotado indebidamente por la Reforma Agraria.
Hay otros ejidos que se integraron en la zona comunal: Celso Huerta, Terrones Benítez, Tanque Blanco, Gazmones, 20 de Noviembre, San Antonio y La Tapona, esté último en los linderos con nuevo León.
RECLAMAN MUNICIPIOS COMPLETOS
Por el otro lado están los que se consideran “indígenas”, que reclaman gran parte del territorio de Tamaulipas como suyo. El título de propiedad se los habría entregado el Virrey de la Nueva España, Diego Fernández de Córdoba en 1716. Ocupó el cargo entre 1612 a 1621.
Esto quiere decir que, cuando José de Escandón llegó a colonizar la Costa del Seno Mexicano en 1748, ellos tenían ya 132 años con su título de propiedad.
La dotación inicial, como asegura la familia Gaytán García, que encabeza la lucha, fue por 248 mil hectáreas que abarcan desde el cerro Bernal de Horcasitas (González), hasta el cerro del Pilón (en Mainero), en Tamaulipas; y entre el Pico Los Amoles, Guadalcázar, y Matehuala en San Luis Potosí, y en Nuevo León la línea de Galeana hasta Doctor Arroyo.
Aseguran que en poco más de 300 años sus familias han sido despojadas de 218 mil 961 hectáreas. Les pertenecen parte de municipios como Victoria, Güémez, Hidalgo, Mainero y toda la zona del altiplano, aparte de franjas de San Luis Potosí y Nuevo León.
En los hechos están ciertos que ya solo les quedan alrededor de 29 mil hectáreas en territorio tamaulipeco, según reclamo, de las cuales el sector ejidal les invade cinco mil y los propietarios mil 200.
GUBERNATURA INDIGENA Y EL TLATOANI
Una parte de Naola reconoce como su tlatoani a Secundino Gaytán, quien en los próximos meses, una vez que esté superada la emergencia por el coronavirus, recibirá el bastón de mando del representante de la Gubernatura Indígena en Tamaulipas, Adolfo Latofsky Luna.
Aunque no tienen categoría de pueblo indígena, reclaman el derecho constitucional “para decidir su forma de organización política”, según el artículo Segundo Constitucional.
De la mano de los diputados de Morena, solicitarán reformas a la Carta Magna Estatal en armonía con la federal, para que se otorgue reconocimiento y autonomía a la “gubernatura indígena” y conceda presupuesto como ya se da en otras entidades.
Este movimiento nació en el sureste de México. Tiene registrados 68 pueblos indígenas donde 30 millones de personas hablan 364 lenguas maternas. Ya designaron gobernadores en 28 estados, incluyendo a Tamaulipas.
¿Qué sangre india tenían los originarios de Naola? Varios historiadores como Juan Fidel Zorrilla y Octavio Herrera Pérez, mencionan que estaban dentro de los “chichimecos” (los bárbaros que no tenían una identificación), y específicamente pames o jonaces que siguen existiendo en San Luis Potosí y Guanajuato.
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