Por Felipe Martínez Chávez
Graciano Sánchez. Güémez, Tamaulipas.- Los orígenes son de hambre y penurias. Se iban a la sierra a buscar raíces, cogollo de palma, mícheros y tunas para comer.
Eran peones. El hacendado los había explotado por largos años pagándoles no con dinero sino con “vales” para la tienda de raya.
A 94 años de dar aquel paso que los liberó del yugo opresor, esta comunidad que lleva el nombre del líder campesino Graciano Sánchez Romo, festejó como “Dios manda” la fundación ejidal que marcó la independencia de los acasillados y los convirtió en dueños de su tierra.
De los fundadores ya no queda nadie, pero sí descendientes que se enraizaron al pie de la Sierra Madre. Siguen honrando a sus ancestros y saben que a ellos deben el progreso de que ahora gozan.
Allí están casi todos, bajo la techumbre del comité ejidal que alberga con celo el monumento en cuerpo entero del profesor Sánchez, agrarista que vino aquí en cumplimiento de la resolución presidencial por 750 hectáreas, de marzo del 1929.
Hay alegría, como siempre. Invitaron al alcalde Lorenzo Morales Amaro e integrantes del ayuntamiento. Se presentan cuadros de un grupo folklórico cultural, la comida “bien servida” para todos, jaripeo y baile por la noche. Es de todos los años.
No obstante, los líderes ejidales sienten que, al llegar al primer centenario, deben aventar “la casa por la ventana”. Ya lo verán. Faltan seis años.
Uno de los líderes prominentes es Salomón Barrón Torres, nacido aquí hace 78 años, apenas 16 después de fundado el ejido. Es líder de los citricultores ejidales en el municipio.
Su abuelo era de Miquihuana. Su padre dejó el ombligo aquí, en lo que antes se llamó Santa Rita, y fue víctima de los hacendados y sus capataces.
-Mi papá le llevaba lonche a mi abuelo. Ponían a los niños a tirar caña en el surco mientras aquellos comían, para no perder tiempo.
Le contaban sus antepasados que, igual para no perder tiempo, cuando pesaban el maíz, hacían que los peones subieran a la báscula con todo y colote.
Con el hacendado de El Sabino, Ramón Sepúlveda, pasaron hambres. Cuando los cortes de maíz, había capataces que los revisaban a la entrada y salida.
-Un peón me platicaba que, para poder ellos hacer algo, desgranaban maíz y lo echaban en un guaje para traerse un kilo o dos. Vivían al día… Todo lo tenían que consumir en la cooperativa a través de un vale por los 30 centavos diarios.
-¿Qué pasó con los hacendados?
– Se fueron cuando ya vieron que la ley estaba sobre ellos por el reparto agrario
En la región estaban las haciendas La Boca, El Sabino y El Carmen Gonzaleño.
Los ejidos El Roble, Alamito y El Olmo, eran puntos de herraje de ganado. Por eso así se llaman. Así les dejaron los ejidatarios.
La fiesta de aniversario es larga. Todo el día. Vinieron como invitados otros comisariados de Guémez . Los hombres del campo se identifican, tienen el mismo origen.
Graciano Sánchez ha generado un alcalde de Guémez, Julio César López Walle, con orígenes en aquellos valientes que se enfrentaron a los hacendados para tener sus propias parcelas.
Discussion about this post