Max Ávila
Cd. Victoria, Tamaulipas.- En la recta final del proceso interno de Morena, Marcelo Ebrard enrarece el ambiente. Sostiene que Claudia Sheinbaum ha sido beneficiada con recursos públicos para lograr la candidatura presidencial. También asegura contar con las pruebas necesarias, mismas que ha hecho llegar a Alfonso Durazo, coordinador del consejo organizador, advirtiendo que entregará copia a los medios de comunicación. (Tal vez a la hora que lea usted esta columneja ya lo hizo). Es de creer que el ex canciller presiente que no será el abanderado considerando los resultados de las respectivas encuestas. En este sentido como que desea dejar constancia de su paso por la 4T que aplaudimos porque ha sido honesta, a pesar de que en este último tramo de alguna forma violenta la unidad a que desde el inicio llamó a mantener López Obrador.
¿Cuál es la intención de Ebrard?. Si nos atenemos a sus declaraciones, el objetivo sería descalificar a Sheinbaum y por lo tanto sacarla de la jugada con todo y que a estas alturas aparece como favorita tanto por la militancia como por la mayoría de los sectores que votaron por la 4T. Y es que doña Claudia es la sucesora natural de AMLO, la más decidida a continuar construyendo la nueva república democrática, con amplio sentido social (solidario y fraterno) y libre de corrupción, inmoralidad y traición.
Ebrard es un político serio, con virtudes, valores y experiencia suficiente para hacer buen papel desde palacio nacional. Sin embargo, no es un líder de masas en el sentido estricto del significado, no es lo que requiere el país que renace desde las ruinas en que lo dejara la minoría rapaz. Él es de élite, más propio de escenarios diplomáticos donde las relaciones se tejen con finura de orfebre y discurso de adjetivos placenteros al oído de quienes se mueven en un mundo subjetivo, alejado de la realidad, casi, casi fantasioso.
Marcelo está haciendo la tarea a los adversarios del supremo gobierno. Actúa como ariete en el objetivo de romper la unidad en Morena. Esto es lo criticable. Ni modo que ignore el impacto de sus pronunciamientos que solo benefician a la reacción conservadora. Sabe que el escándalo perjudica a la 4T, al partido en el poder y por supuesto a AMLO quien ahora tendrá que batallar hasta con los de adentro que, como dicho ex funcionario, son protagónicos de su propia derrota. No irá por otro partido, sería su ruina política y el hazmerreír de quienes confiaron en él.
El daño a Sheinbaum alcanza al régimen y es una afrenta contra el líder de la mayoría mexica que no merece y menos si proviene de un capricho ajeno a las circunstancias en que avanza la reconstrucción de la república donde pareciera que el ex canciller estuvo distante cuando la verdad es que Ebrard fue parte sustancial del cambio por su trabajo realizado a nivel internacional. Especialmente durante la pandemia y crisis políticas en algunos países latinoamericanos.
¿Qué le pasa entonces a Marcelo?
ASI, ¡POS SÍ!
Autoridades electorales dieron una ayudadita a Morena en el congreso local. Y es que la mayoría del tribunal decidió el no regreso del PAN al control. Algo inconcebible hace unos meses cuando el estado navegaba por las sospechas aguas de la corrupción. Un respiro para que a los (as) legisladores(as) “les caiga el veinte” y tomen en serio su papel de “representantes populares”.
Y si esto pasa, tendrán “chamba” hasta para repartir. Podrían empezar por lo más sencillo: ser dignos(as) de la responsabilidad que corresponde. Lo anterior incluye tener valor suficiente para erradicar el maligno virus que se cuela por todos los rincones del legislativo. Es tiempo de sacudirse la modorra, respirar profundo y entrar a combate con entereza y convicción. De otra forma seguirán sirviendo pa’ maldita la cosa como hasta ahora. Y ni modo que sea invento
SUCEDE QUE
En Tamaulipas ya se supo quiénes apoyan “en lo obscurito” a Marcelo.
Y hasta la próxima.
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