Por Oscar Misael Hernández-Hernández (Profesor de El Colegio de la Frontera Norte)
Matamoros, Tamaulipas.- “Hay bandas (en el campamento), que del tren de no sé qué de allá de Venezuela, que es una banda delincuencial, que se han venido para acá y que se relacionan con la delincuencia de aquí”, expresó una defensora de derechos de los migrantes en Matamoros: una ciudad del noreste de México, en donde desde hace unos meses se formó un nuevo campamento de migrantes a la orilla del río Bravo, justo en la frontera con Brownsville, Texas. La defensora se mostraba preocupada, pues según narró, hace poco algunas personas quemaron varias carpas en el campamento, un hombre fue asesinado y los migrantes tenían mucho miedo.
A inicios del año 2019, en Matamoros se hicieron visibles las caravanas de migrantes centroamericanos. Llegaron a esta ciudad fronteriza para solicitar asilo en los Estados Unidos. Para no perder la cita, poco a poco se asentaron en el bordo del río Bravo y formaron un campamento que se estima albergó entre mil y dos mil personas. Tuvieron que permanecer ahí, además, porque en el mismo año se implementaron los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP). En marzo de 2021, con la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos, el campamento fue desmantelado. Sin embargo, al iniciar el año 2023, un nuevo campamento se formó en el mismo lugar, habitado por miles de personas de Centroamérica, Sudamérica y el Caribe.
Además del hacinamiento en este nuevo campamento, según la defensora de migrantes, también había problemas de salubridad, alcoholismo, venta de drogas, prostitución y violencia. Ella agregó que eso la atemorizaba porque era probable que la violencia se incrementara, no sólo en el campamento, sino en todo Matamoros, debido a la presencia de bandas como el Tren de Aragua. La preocupación no era para menos pues, como afirmó la periodista venezolana Ronna Rísquez, el Tren de Aragua pasó de ser una banda criminal local a una organización criminal transnacional. Y Matamoros, como es sabido, es la casa del CDG: una organización criminal que se consolidó como tal en los 80`s y que a la fecha tiene presencia en varias ciudades de la frontera México-Estados Unidos.
INCERTIDUMBRES
“Verá, que esa gente salió cuando lo de Odebrecht, que iban a hacer un tren en Aragua. Los que acapararon fueron unos sindicatos y después contrataron a unos hombres, paramilitares, para su seguridad, pero luego se les voltearon y todo se salió de control.”. Así explicó un migrante venezolano, que residía desde hace meses en el campamento, el surgimiento del Tren de Aragua. Su versión no estaba muy alejada de lo que han reportado algunos periodistas, quienes afirman que se trata de “una organización que surgió como un sindicato de construcción de una obra inconclusa, en Venezuela, allá por el 2009 y que casi 15 años después ha extendido sus tentáculos del hampa en Latinoamérica”.
Sin embargo, entre los propios migrantes venezolanos la llegada de El Tren de Aragua a Matamoros y, específicamente al nuevo campamento de migrantes, es controvertida. Para otro de ellos, quien arribó al campamento en abril pasado, hace unas semanas llegaron unos venezolanos que nadie había visto, pero se hicieron visibles porque de forma violenta se apropiaron de algunas carpas que estaban vacías debido a que los migrantes habían cruzado la frontera de forma irregular y después fueron deportados a Guatemala. “Las tomaron, así como así y nadie dijo nada”.
Tenía dudas de si sus compatriotas pertenecían a El Tren de Aragua o no, en particular porque durante sus tres meses en el campamento, había observado que había un hombre -mexicano- que era el que mandaba. “Él es el jefe ahí en el campamento y anda armado. De hecho, hace poco vi cómo golpeó a otra persona con la cacha de la pistola”. Para el venezolano, este hombre se jactaba de decir que trabajaba para el cartel local, por lo que era muy difícil pensar que gente del El Tren de Aragua se apropiara del campamento, mucho menos que llegara a la ciudad.
Para otro venezolano, quien no vivía en el campamento pero ya tenía poco más de un mes en la ciudad, en espera de su cita en Estados Unidos, no era un secreto que El Tren de Aragua se formó en Venezuela, tampoco que se había transnacionalizado, pues en su opinión tenía presencia en países como Brasil, Colombia, Perú y Ecuador; y mucho menos era un secreto que además del tráfico de drogas habían incursionado en el secuestro y la extorsión de personas migrantes. Sin embargo, él consideraba que El Tren de Aragua no había llegado a México: “Aquí hay mucha vigilancia de la buena, se ven policías, los militares, pero también de la mala, no creo que se animen a entrar”.
No obstante, para la defensora de derechos de los migrantes, era un hecho que esta banda criminal había llegado al campamento porque así se lo habían comentado varios migrantes: “Dicen que andan cobrando por todo, que andan con machetes”. Lo que ella no comprendía era por qué una banda criminal de Sudamérica había llegado a Matamoros y, en particular, por qué los criminales locales les permitieron entrar a la ciudad: “Los de aquí son muy celosos”. No en balde, hace más de una década la periodista mexicana Sanjuana Martínez afirmó que: “En el reino del cártel del Golfo todo pasa por sus manos”. Ella se refería a Matamoros y la región fronteriza.
PRECEDENTES
En el nuevo campamento algunos migrantes comenzaron a poner sus casas de campaña en el bordo del río Bravo entre fines de noviembre e inicios de diciembre del 2022, según narró el coordinador de un albergue en la ciudad. Ello se debió a que los albergues estaban saturados. Al iniciar el año 2023, se corrió el rumor de que Estados Unidos abriría la aplicación CBP One y que algunos abogados los ayudarían a procesar sus solicitudes, por lo que llegaron más y más migrantes al campamento, en especial grupos masivos de venezolanos, que se sumaron a los centroamericanos, colombianos, peruanos, haitianos e incluso mexicanos.
Para el mes de febrero se estimaba que había alrededor de mil 500 personas, pero para marzo-abril se hablaba de alrededor de cinco mil personas en el campamento. Sin embargo, para el mes de mayo descendió hasta 800 y después se incrementó ligeramente. El mismo coordinador comentó que al inicio los venezolanos, que eran mayoría en el campamento, comenzaron a rentar o vender casas de campaña -que algunos migrantes habían abandonado- a migrantes mexicanos que recién llegaban.
Un activista que apoya a migrantes en el campamento, por otro lado, señaló que en el mes de abril se supo que algunos venezolanos que llegaron como migrantes pertenecían al denominado Tren de Aragua. Después reclutaron a mexicanos, hondureños, colombianos y haitianos. Se apropiaron del centro del campamento y comenzaron a monopolizar la venta de alcohol, marihuana, prostitución y venta de carpas. Una migrante señaló que ella se salió del campamento porque el grupo de venezolanos comenzó a cobrar “piso”, por las noches amenazaban a los migrantes con machetes diciéndoles que, si no pagaban, los matarían o se llevarían a sus mujeres e hijas.
Los negocios y modus operandi eran similares a los implementados en otros países de América Latina. Incluso, la gente del Tren de Aragua empezó a poner cuerdas que atravesaban el río Bravo. Ellos cobraban a los migrantes por usarlas para cruzar de forma irregular a los Estados Unidos. “Nadie podía cruzar si no pagaba”, dijo el activista. El negocio era más que lucrativo, pues según datos de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF Norte), tan sólo de julio a noviembre de 2022, en promedio los migrantes pagaron 6 mil 937 dólares a “coyotes” por cruzar la frontera México-Estados Unidos.
Al saber de esta situación, integrantes del cartel local se hicieron presentes en el campamento. Hubo disparos y secuestros. Los medios informaron que el 20 de abril, cientos de migrantes intentaron cruzar la frontera por el Puente Internacional Gateway debido a la desesperación, pero de fondo también lo hicieron por el temor que suscitó el choque entre el Tren de Aragua y el CDG. Al final, el Tren de Aragua aún sigue en el campamento porque, a decir de una fuente anónima, llegaron a un acuerdo con el CDG: ellos surten, ellos proveen, ellos negocian, pero los que controlan el negocio son los locales. “Al principio sí fue un choque, pero ahora ya hay acuerdos”.
ABSURDOS
Las oficinas del Instituto Nacional de Migración están muy cerca del Puente Internacional Gateway, pero aún más cerca de donde nace el campamento de migrantes. El acceso está bardeado, pero también vigilado por policías federales que usan armas de alto calibre. Al frente claramente se ven varias de las casas de campaña de los migrantes. En el extremo oriente, está la llamada Cruz del Migrante, una cruz literal, de metal, muy cerca del bordo del río Bravo, hasta donde hay otras casas de campaña de los migrantes.
Ahí, cuatro jóvenes están sentados, viendo hacia los Estados Unidos. Del otro lado de la frontera, una camioneta de los Troopers de Texas, además de otras de la Patrulla Fronteriza. También es visible que, de aquél lado de la frontera, a lo largo del río Bravo, se extiende una vaya de alambre de púas para impedir el paso de los migrantes. “Está difícil cruzar, ¿verdad?”, les pregunto. “Sí, mucho, porque allá está la migra vigilando, y el alambre de púas. Pero antes está aquí el río, que tiene poca agua, pero es peligroso, hasta dicen que hay cocodrilos”, dice uno de ellos acongojado.
Otro de los migrantes agrega: “Pero, aunque pudieras pasar el río y el alambre de púas, aquí no te dejan tan fácil; o si logras cruzar, te agarran allá, la migra está ahí escondida, entre el monte”. Uno más dice que aquí en Matamoros, a pesar de la delincuencia, se siente más seguro que en otras ciudades fronterizas donde ha estado. “Aquí al menos sabes quién manda y cuáles son las reglas, así que no hay más que esperar”, expresa con un dejo de nostalgia.
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