Max Ávila
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Mientras la mayor parte de la república se le rinde a Claudia Sheinbaum y diversas encuestas la sitúan como triunfadora indiscutible (cuando menos dos a uno sobre su más cercana competidora), Marcelo Ebrard se cuelga de un tema ya superado para seguir ocupando espacios en los medios de comunicación adversos a la 4T.
Perdida la influencia al renunciar a la cancillería, el ex funcionario es víctima de la nostalgia. De ahí la insistencia de protagonizar pleitos juzgados por la realidad y seguramente por la historia. Ahora eleva una denuncia al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF por sus siglas en español), debido a presuntas irregularidades en el proceso interno de Morena por lo que exige la reposición del mismo.
Marcelo sigue siendo militante del partido de AMLO y así “bombardea” en busca de quien sabe qué. Ni modo que al llevarse a cabo nueva elección resulte ganador cuando está “científicamente” comprobado que no cuenta con los atributos ni virtudes para merecer la candidatura presidencial en las actuales circunstancias. En este sentido usted dirá que tiene sus fans, incluso en el Congreso de la Unión y está en lo justo, sin embargo, es de creer que son aquellos (as) que conforman el “ala tibia” del partido y participan de la transformación pero “nomás poquito”.
Ebrard parece no entender que la base de Morena lo rechaza no por su falta de capacidad que la tiene y de sobra, sino porque el país requiere un presidente (a) con la convicción necesaria para construir “el segundo piso” del proyecto iniciado exitosamente por AMLO hace cinco años. En este caso no puede ser otra que Claudia Sheinbaum, es decir, la más comprometida con la causa social y patriótica.
Visto lo anterior, la interrogante persiste respecto de las intenciones de Ebrard. ¿Qué busca? La respuesta no es fácil cuando ha transcurrido por casi toda la escala del poder, solo le falta ser titular del ejecutivo federal lo cual ahora mismo es imposible por las razones expuestas. Tal vez dentro de seis años, aunque ya sabemos que los caminos de la vida son inescrutables.
Sea como fuere, con su actitud Marcelo ensucia de alguna manera lo realizado durante su estancia en el actual régimen. Nadie niega el resultado de su trabajo en la secretaría de Relaciones Exteriores, pero como dijo el filósofo: “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. Extraña entonces que su inteligencia no la aplique para seguir fortaleciendo a la 4T sino para tratar de colmar ambiciones personales olvidando que lo importante es el proyecto y no los cargos.
¿Será que anticipa justificaciones para que cuando decida abandonar Morena no lo señalen como a cualquier traidor? Es posible y eso de que Movimiento Ciudadano elegirá candidato presidencial hasta enero lleva destinatario con nombre y apellido.
ACUEDUCTO TENDRÁ QUE ESPERAR
Es una pena que el proyecto del presupuesto federal del año próximo no contemple la construcción de la segunda línea del acueducto Vicente Guerrero-ciudad Victoria. Compartimos la preocupación de las autoridades estatales y la frustración de miles de familias que veían la solución al problema de abasto del vital líquido en corto plazo. Tendremos que esperar y seguir padeciendo a “los cerebros” del gobierno federal que tienen otras prioridades.
Apoyamos desde luego al gobernador Villarreal Anaya al persistir en la realización de una obra que a estas alturas responde a un acto de sobrevivencia digna. Por su formación humanista Américo sabe lo que significa, de ahí su interés de buscar alternativas viables e inmediatas.
A los gobiernos de Egidio Torre Cantú y García Cabeza de Vaca correspondió gestionar en tiempo y forma la solución del problema, pero ciegos y haciéndole al “tío Lolo” utilizaron el poder no precisamente para favorecer a la población sino para solventar intereses de otro sabor y otro color. Como dijo aquel: “sigan votando por el PRI y el PAN”.
SUCEDE QUE
Es tiempo de que la capital del estado resurja de la inmundicia en que la hundieron las últimas administraciones locales. Y no es solo la basura que “adorna” cada esquina, las fugas de aguas negras que brotan como regalo del asqueroso inframundo producto de la corrupción y la impunidad. También es el caos vehicular y el vicio que impregna todos los rincones citadinos violentando la tranquilidad a que tienen derecho las familias. ¿Lo merecen los victorenses? El cambio de autoridades es obligado y la oportunidad será viable en las elecciones que se avecinan.
Y hasta la próxima.
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