Felipe Martínez Chávez
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Y esta tierra “que ¡palpita! (como decía Cavazos Lerma, pero nunca cambió la letra del Himno) a la margen del río”, cumple sus primeros 200 años como libre e independiente con el nombre de Las Tamaulipas, o Tamaulipas a secas.
Comenzaron los eventos alusivos al bicentenario de las constituciones Mexicana y de Tamaulipas, en que se pretende “echar la casa por la ventana” en actividades cívicas.
No a cualquier Gobernador le toca el momento histórico de una centuria. Américo Villarreal Anaya lo vive y siente que es la coyuntura, la ocasión para rescatar la herencia de nuestro pasado heroico y tomarlo como modelo y guía del nuevo pacto social que representa la Cuarta Transformación.
En su mensaje central -ceremonia en el Polifórum- dijo que en 1824 comenzó la construcción de Tamaulipas y, tras una lucha reeditada a favor de la libertad, la razón, el derecho, soberanía e igualdad, en que hoy tiene el sustento en el humanismo mexicano.
Presidió la ceremonia, luego encabezó reunión de la Mesa de Seguridad y se trasladó al Palacio Legislativo a develar una placa alusiva a la instalación del Primer Constituyente de Tamaulipas.
La presidenta del Congreso, diputada Úrsula Patricia Salazar brilló en su doble intervención al micrófono, señalando con certeza que, en esos 200 años, las raíces que nos unen a esta gloriosa tierra “se han hecho más fuertes y firmes” para hacer un Estado transformador y humanista con justicia social.
Son tiempos de reflexión no solo para nuestras autoridades, debe serlo para cada uno de nosotros, nacidos o avecindados ¿estamos a la altura de las circunstancias?
Por los gobiernos locales han pasado sátrapas y traidores, vendepatrias y corruptos, pero más los buenos que los malos como para hacer de esta región un emporio de progreso.
Para que quede grabado en la mente contemporánea, este 2024 fue declarado “Año del Bicentenario”, mientras en Palacio Legislativo se develó una placa conmemorativa.
Igual los diputados acordaron instalar en letras de oro en el recinto, el nombre del guerrillero Catarino Garza Rodríguez, nacido en Matamoros el 24 de noviembre de 1859 y muerto en Panamá donde luchaba por la liberación de aquellas tierras.
Tema aparte, deben estar muy “preocupados” el líder nacional moreno, Mario Delgado, y el Presidente López Obrador, por la renuncia a Morena del “perro pantorrillero” (como lo bautizó Yeidckol Polevnsky) Alejandro Rojas Díaz Durán, orate aventurero que anduvo por Tamaulipas queriendo ser Gobernador, para lo cual se entregó en brazos de los cabecistas.
Traía su cuento. Quería como candidato a la Presidencia de México a su compadre Ricardo Monreal, del que es senador suplente. Agarró partido por la gubernatura y, cuando vio que los caprichos del grupo no se cumplirían, él mismo se registró como aspirante.
Terminó su ciclo “hueveado” en la explanada del Centro Cultural Tamaulipas cuando encabezaba una protesta por la designación de Américo Villarreal como candidato guinda al gobierno.
Se va un voto, como vociferó en su renuncia. A Tamaulipas ya no regresa si se fue con la cola entre las patas.
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