Por Agencias
Ciudad de México.- Al hacer un recuento del fraude de 1988, cuando el sistema se “cayó de caerse y se calló de callarse”, Cuauhtémoc Cárdenas, considerado como impulsor de la transición democrática en el país, subrayó que en esa elección los votos de 25 mil casillas no fueron contados sino “inventados” en medio de una maniobra reconocida en su momento por el ex presidente Miguel de la Madrid.
“Como dicen los abogados ‘a confesión de parte, relevo de pruebas’”, señaló durante la presentación de la novela “Las heridas”, escrita por Felipe de la Mata, primera obra de ficción del magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
La novela toma como referencia, precisamente, los hechos políticos y sociales de 1988, cuando “la democracia se perdió”, se lee en la portada a modo de resumen literario colocado debajo de una imagen emblemática del ingeniero Cárdenas saludando a la multitud reunida en la Plaza de la Constitución, lista para defender el triunfo del entonces candidato presidencial de la oposición.
Esta vez, casi 36 años después, frente a un auditorio compuesto mayoritariamente por abogados -como la ministra Olga Sánchez Cordero- y jueces electorales que en septiembre próximo calificarán la elección presidencial, Cárdenas relató aspectos del episodio por todos conocidos como “La caída del sistema”.
En el recuento oficial de entonces “dijeron ‘agregados’ cuando debieron decir ‘inventados’, esto es, el 45 por ciento del total (de votos) se inventaron. Esos números inventados se hicieron oficiales y así se armó la elección”.
Sin embargo, destacó la importancia de haber dado al conflicto una salida pacífica y democrática. “Podría haberse incitado a la gente a lanzarse en contra de edificios o sitios simbólicos como Palacio Nacional. Quien lo hubiera hecho, habría cometido no solo un acto de inmensa irresponsabilidad sino un verdadero crimen, pues se habría pagado un altísimo costo en sangre y represión, y solo se hubiera logrado, además de una masacre, un régimen más arbitrario y represivo del que se tuvo”, (en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari), con los asesinatos, todavía impunes, recalcó, de mil luchadores sociales.
En su turno, De la Mata pidió no olvidar el pasado ni las luchas de aquellos que nos precedieron.
“Que no se olvide que el México de la hegemonía y el autoritarismo puede regresar, que está latente en nuestra condición cultural. Ya lo hemos vivido”.
Emocionado por haber cumplido su sueño de ser escritor de una novela, De la Mata contó que la idea en abstracto de esta obra la tuvo “cuando le di la mano el 8 de agosto de 2018 al en ese momento presidente electo de la República Andrés Manuel López Obrador; sentí que en ese momento se cerraba un círculo que había comenzado en 1988”.
También, añadió, que era un privilegiado de la vida, porque al salir a las calles a protestar en 1988 y al estar sentado ahora en el pleno de la Sala Superior del TEPJF había de alguna manera vivido el proceso completo, el ciclo de los acontecimientos que permitían, ¡al fin! a un dirigente civil de la izquierda llegar a la presidencia de México.
«Así que sentía que debía relatar y recordar ese México de la hegemonía, el de la guerra sucia, el del 2 de octubre, el del Halconazo, el de la caída del sistema, para repetir a los jóvenes una y otra vez que deben cuidar su democracia, que deben aquilatar sus autoridades electorales”.
Señaló entonces que “otro México es posible” frente “al México de mi juventud, el México de la dictadura perfecta, es la nación de un solo hombre, del poder omnipotente y unipersonal del señor presidente de la República, un país donde la gente no salía a protestar, si quería conservar la vida, una nación donde la izquierda había estado proscrita por décadas, el país de los desaparecidos por causa del estado, del tormento y el aniquilamiento de los opositores”.
Un México, continuó De la Mata, “que con muchos esfuerzos, con mucha sangre y sudor de miles de mexicanos se ha discretamente evaporado, pero no hay que equivocarse siempre está latente, por eso deben cuidarse nuestra democracia y sus instituciones”. (Fabiola Martínez y Lilian Hernández/La Jornada).
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