Por Agencias
Ciudad de México.- Aun cuando se definió como civilista-juarista, “es de sabios cambiar de opinión” y ante “la realidad catastrófica” en la que encontró el país, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo que acudir a las fuerzas armadas para garantizar la seguridad o “no iba a poder salir”.
Así lo comentó este lunes en Palacio Nacional, donde reconoció que pese a esto “donde nos ha costado más es en homicidios”, aunque rechazó que hoy exista más violencia que en sexenios anteriores, pues otros delitos muestran cifras de incidencia a la baja.
Se dijo convencido que “los dos pilares del Estado mexicano” que hoy en día garantizan, entre otras cosas, la seguridad, son las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional. Por lo que una vez más, reivindicó el papel de las fuerzas armadas.
“No hay más violencia, hay más homicidios que todo el sexenio”, afirmó ante pregunta expresa sobre el papel de las fuerzas armadas, el incremento en su presupuesto y el que se registren en México más de 170 mil homicidios dolosos en lo que va del sexenio.
Rechazó que su sexenio sea uno de los gobiernos con mayor violencia, pues desde 2018 a la flecha -según sus cifras- han logrado reducir 22 por ciento los homicidios dolosos en territorio nacional.
El titular del Ejecutivo aseguró que como en ninguna otra administración, en su gobierno hay menos robos, menos secuestros y menos delitos del orden federal, pero reconoció que donde le ha costado más es en los homicidios dolosos.
Argumentó: “Donde nos ha costado más es en homicidios, porque se crearon bandas. ¿Y cuándo crees que se crearon las bandas que todavía enfrentamos? Durante el periodo neoliberal o neoporfirista, las bandas más famosas, no estoy hablando de las bandas musicales, que esas son cultura, eso es otra cosa”.
Interrogado sobre la postura que mantuvo antes de ser titular del Ejecutivo, cuando se pronunciaba porque el gobierno se basara en manos de civiles, el tabasqueño respondió:
“Yo soy civilista porque soy seguidor de Juárez y una de las cosas que hizo fue que donde gobernaran los militares, se les entregara de nuevo el poder a los gobernadores civiles, soy jurista y civilista; pero soy mexicano y tengo una tarea que es transformar al país, y me encontré una realidad catastrófica, precisamente por la corrupción, y no iba yo a poder salir si no me apoyaba en las fuerzas armadas, que además tuve la suerte de que no estaban echadas a perder”.
Refirió que existían otras secretarías que “estaban completamente entregadas a la corrupción; la política es virtud y fortuna, virtud y suerte, la suerte siempre me ha ayudado mucho, y por eso eché mano de lo que tenía nuestro país. Y soy un convencido de que los dos pilares del Estado mexicano en la actualidad que me garantizan la posibilidad del crecimiento, en buena medida la creación de empleos y, sobre todo, la seguridad, son la Secretaría de Marina y la Secretaría de la Defensa”.
Señaló que no recuerda que antes de ser presidente se haya referido a que el poder se debía quedar en manos de civiles. “No creo que haya yo dicho eso, pero en el caso que lo haya dicho, hay un refrán, un dicho, según el cual: ‘Es de sabios cambiar de opinión’. Y aunque no estoy del todo de acuerdo, porque no creo que el fin justifique los medios, sí creo que en política, en algunos casos, lo que cuenta son los resultados. Entonces, mi reconocimiento a las fuerzas armadas, nos han ayudado mucho, mucho, mucho, con bastante sacrificio, porque también a veces eso se olvida, también en las fuerzas armadas hay asesinatos, hay desaparecidos, y hay quienes pierden la vida en las obras, sufren, padecen. Mi reconocimiento a todos ellos y a sus familiares”.
Reconoció que el Ejército “ha tenido manchas” y ha cometido errores, pero éstos han sido responsabilidad de los presidentes en turno.
“Fíjate hay una cosa que no se dice: el comandante supremo de las fuerzas armadas es el presidente, y esas machas que tiene el Ejército se han obtenido, las han agarrado, de decisiones ordenadas por los presidentes en turno; pero nosotros nunca hemos ordenado ni ordenaremos que se reprima al pueblo. Y el Ejército no es represor del pueblo, porque el soldado es pueblo uniformado”. (Emir Olivares y Alonso Urrutia/La Jornada).
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