Max Ávila
Cd. Victoria, Tamaulipas.- No se requiere mucha ciencia para suponer que la campaña contra las autoridades estatales proviene de quienes en el pasado reciente tuvieron en sus manos la administración. Es de creer que son aquellos(as) señalados(as) respecto de probable manejo equivocado de los recursos públicos. No extraña que tal cruzada se intensifique en las últimas fechas considerando que diversos casos están en el ojo del huracán.
Dícese de serios interrogantes sobre cientos o miles de millones de pesos “extraviados”, por lo tanto, hay seguimiento de huellas para conocer su final paradero. En este sentido usted dirá que es complicado encontrar culpables y tiene razón en el entendido de que el ciudadano común está acostumbrado al imperio de la impunidad que no es de ahora, sino desde siempre.
Lo cierto es que en el régimen de Américo Villarreal Anaya existe voluntad política para llegar hasta las últimas consecuencias y de lograrlo, ya sabremos de escándalos que seguramente trascenderán a Tamaulipas. Por lo pronto el proceso investigatorio transcurre entre confusas declaraciones de los funcionarios(as) encargados(as) de realizarlo y la respuesta de aquellos(as) que caminan por el filo de la sospecha.
De manera que la guerra sucia prosigue utilizando diversos medios de comunicación que no han de publicitar de manera gratuita presuntas inocencias de personajes de dudoso prestigio los que, está claro, se defienden sobre todo con las uñas, lo cual significa no enfrentar juicios que podría costarles incluso la libertad, además del desprendimiento de buena parte del dinero mal habido.
Desde luego la ciudadanía espera el triunfo de la justicia, pero ojo, que los múltiples laberintos que la integran son obstáculos no siempre vencidos ya que puede más influencia y complicidad con los encargados de impartirla, que los buenos deseos de la población ofendida.
En cuanto a quienes integran la llamada “representación popular”, tanto del congreso local como federal, ha de saber que en lugar de apoyar a las autoridades buscan permanecer en las nóminas o ampliar su poderío. En especial Olga Sosa Ruiz y José Ramón Gómez Leal, sin descartar varios alcaldes y hasta dipus, envueltos en el dulce sueño de la fantasía, sea sobrevalorados o empujados por su ambición económica. Estos son los mezquinos fácilmente identificables que desgraciadamente abundan gracias a Morena que abrió sus puertas a muchos(as) provenientes del pestilente drenaje del PRI y PAN. Y ni modo que sea invento.
En la misma adormilada posición se encuentra la dirigencia estatal del movimiento creado por AMLO cuya mediocridad no acepta discusión. Ha debido salir al quite la lideresa Luisa María Alcalde que a la distancia hace lo que puede.
SUCEDE QUE
Eduardo Verástegui debe saber que el 30 de abril se cumplirán 80 años del suicidio de Adolf Hitler.
Y hasta la próxima.
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